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rouse cairos rating:
7
5.2
866
Comedy
Jewish-born Adrián and Catholic-born Leonora have finally reached their wedding day. Instead of gracefully embracing matrimony, Adrián spends the hours leading up to the ceremony trying to postpone it, not because he's got cold feet (or does he?), but because he's clumsily lost both his and his bride-to-be's sacred wedding rings.
Language of the review:
- es
September 6, 2011
14 of 19 users found this review helpful
Leonora (Natalia Oreiro) es católica y medianamente creyente; él (Daniel Hendler) es judío y agnóstico, pero ambos, contra viento y marea, han decidido casarse y -por decisión de ella- festejarlo con una gran fiesta con todos los rituales programados. La actriz proviene de los teleteatros populares y él, del sesudo cine independiente. Sin embargo, la dupla Natalia Oreiro-Daniel Hendler funciona con buena sintonía en esta impecable comedia romántica que sabe reírse también de sí misma.
Nada falta en este subgénero de bodas: vestido impecable, novia bellísima, torta de muchos pisos y un marco de ensueño lejos del mundanal ruido para la celebración... hasta que una acción ínfima pero de consecuencias imprevisibles hará que lo planificado para ser perfecto se vaya desmoronando con un efecto de bola de nieve arrasante pero sin tragedias y con mucha risa.
Se trata de una historia sencilla pero bien contada, con personajes encantadoramente delineados, a los que se les concede su minuto de gloria, en roles pequeños pero que les permiten brillar con luz propia, desde la organizadora de eventos, el disc-jockey, los amigos impresentables, las amigas insufribles, los parientes y sobre todo las parejas de distintas generaciones que componen Gabriela Acher y Gino Renni (los padres del novio) o Pepe Soriano y Chela Cardalda (los abuelos del novio).
Nada falta en este subgénero de bodas: vestido impecable, novia bellísima, torta de muchos pisos y un marco de ensueño lejos del mundanal ruido para la celebración... hasta que una acción ínfima pero de consecuencias imprevisibles hará que lo planificado para ser perfecto se vaya desmoronando con un efecto de bola de nieve arrasante pero sin tragedias y con mucha risa.
Se trata de una historia sencilla pero bien contada, con personajes encantadoramente delineados, a los que se les concede su minuto de gloria, en roles pequeños pero que les permiten brillar con luz propia, desde la organizadora de eventos, el disc-jockey, los amigos impresentables, las amigas insufribles, los parientes y sobre todo las parejas de distintas generaciones que componen Gabriela Acher y Gino Renni (los padres del novio) o Pepe Soriano y Chela Cardalda (los abuelos del novio).
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Spoiler:
Párrafo aparte merecen la dupla del cura y el rabino (Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich) que marcan un contrapunto de chistes entre filosóficos y teológicos; o las intervenciones de Imanol Arias, en la piel de un intelectual cínico y provocador, inoportunamente invitado a la fiesta, en boca de quien se coloca un repertorio de chistes contra el matrimonio, precisamente en un ámbito que lo consagra.
A la interesante dirección de Winograd, quien ya demostrara sus capacidades para la comedia en “Cara de queso” (2006), se suma el mérito de un guión sólido, que sabe cómo rematar cada escena, qué intervención realizar para romper el hielo y en qué momento meter un gag.
Desde lo técnico, el trabajo es impecable. La dirección de fotografía y la banda sonora suman para elevar el resultado. Si bien el film está narrado desde el punto de vista de los novios (con relatos confesionales dirigidos a la cámara, es decir al público), la película es un friso coral donde se ve que todos disfrutan de componerlo.
Esta flamante comedia argentina navega entre la alegre frivolidad sentimental de los filmes de Anne Fletcher (27 vestidos) y el humor corrosivo de Woody Allen o los hermanos Coen. Entre recursos narrativos nuevos para la comedia vernácula como las confesiones a cámara, al estilo de “Anithing else” o los agudos chistes teológicos de “Un hombre serio”. También es evidente la intención de reciclar la infinidad de enredos y derivaciones propios de la comedia blanca clásica.
Hay humor de distintos matices y chistes donde se menciona a Lacan, a Freud, a Proust y García Marquez o al mismísimo Heideguer (para eso ayuda el personaje del intelectual español interpretado por Imanol Arias).
Sin dejar de tener marcas autorales, claramente “Mi primera boda” no es un cine pensado para festivales sino para la industria y el beneplácito del público, que convoca un elenco notable, un equipo técnico brillante y se hace de la mejor forma posible para que la gente lo pase bien.
A la interesante dirección de Winograd, quien ya demostrara sus capacidades para la comedia en “Cara de queso” (2006), se suma el mérito de un guión sólido, que sabe cómo rematar cada escena, qué intervención realizar para romper el hielo y en qué momento meter un gag.
Desde lo técnico, el trabajo es impecable. La dirección de fotografía y la banda sonora suman para elevar el resultado. Si bien el film está narrado desde el punto de vista de los novios (con relatos confesionales dirigidos a la cámara, es decir al público), la película es un friso coral donde se ve que todos disfrutan de componerlo.
Esta flamante comedia argentina navega entre la alegre frivolidad sentimental de los filmes de Anne Fletcher (27 vestidos) y el humor corrosivo de Woody Allen o los hermanos Coen. Entre recursos narrativos nuevos para la comedia vernácula como las confesiones a cámara, al estilo de “Anithing else” o los agudos chistes teológicos de “Un hombre serio”. También es evidente la intención de reciclar la infinidad de enredos y derivaciones propios de la comedia blanca clásica.
Hay humor de distintos matices y chistes donde se menciona a Lacan, a Freud, a Proust y García Marquez o al mismísimo Heideguer (para eso ayuda el personaje del intelectual español interpretado por Imanol Arias).
Sin dejar de tener marcas autorales, claramente “Mi primera boda” no es un cine pensado para festivales sino para la industria y el beneplácito del público, que convoca un elenco notable, un equipo técnico brillante y se hace de la mejor forma posible para que la gente lo pase bien.