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Argentina Argentina · santa fe
rouse cairos rating:
6
Language of the review:
  • es
June 16, 2010
12 of 13 users found this review helpful
Más arriesgada estética y temáticamente que la recomendable opera prima "Caja Negra", la segunda película de Luis Ortega tiene un mérito que muchos directores persiguen sin lograr: la creación de un universo original y propio.
Desde el título sabemos que en esta película el espacio que contiene a las personas es un protagonista más. Paradójicamente, comienza en extraños exteriores: la cámara se descuelga desde un onírico cielo color salmón y se introduce en el carromato de un circo. Allí conversan una mujer madura pero aún bella (Evangelina Salazar), con otra enmascarada bajo una enorme cabeza de ratón: una Minnie de largas pestañas y mirada triste. La mujer rubia le está comunicando que, por problemas de salud, no podrá interpretar más su número circense. Luego de muchos primeros planos a la máscara, la actriz muestra su rostro: es Perla (Graciela Borges), a quien la noticia del despido afecta más que la mencionada enfermedad.
La siguiente escena (ya en el monoblock del título) muestra donde vive la actriz con su hija y una tercera mujer a la que llaman Madrina. Confirmamos que Perla está enferma y se dializa (hay reiterativas escenas de clima futurista, cada vez que acude a renovar su sangre).

Los espacios, formas y colores son determinantes: una terraza, un dormitorio como un útero, el circo, una estación de trenes desolada, un pasillo y el laboratorio de una clínica donde se mezcla el pasado y el futuro. Cuando las protagonistas viajan en un viejo automóvil, por las ventanillas se atisban lugares desiertos.
Monobloc es inquietante porque todo es familiar pero deformado como en el espejo de un parque de diversiones que refleja un mundo exclusivamente femenino, sufriente, opresivo, sobreprotector y poco confiable.
En la puesta en escena no hay nada de otro mundo y sin embargo todo está desnaturalizado, como en la escena donde Madrina va a comprar un pasaje para irse y desde la ventanilla solamente se extiende una mano recortada. Una y mil veces la película rechaza (igual que sus personajes reconcentrados en sí mismos) la idea de relacionarse de alguna manera convencional.

"Monobloc" no habla del dolor y la angustia, sino que la encarna de una forma que para algunos resulta decorativa. Hay un permanente "pathos" sobrevolando en su clima, pero acompañado de una permanente sonrisa que nunca llega a ser carcajada.
rouse cairos
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