En la línea de El Silencio de los Corderos pero en esta ocasión con un prota masculino acaparando casi toda la atención, esto es Se7en y como su nombre me ha dado a entender la he puntuado con un siete. No creo que merezca más nota y explicaré por qué.

Vale, es buena, pero El Silencio de los Corderos -que sigue un planteamiento similar- es mucho mejor aunque puede que no tenga sentido comparar. Curiosamente ambas obtienen la misma puntuación en FilmAffinity.

Desde luego que la atmósfera es opresiva y que Brad Pitt lo hace muy bien pero por algún motivo he olvidado esta película mientras que la de Jonathan Demme ha permanecido en mi memoria por más tiempo.

No nos engañemos, nos gusta ver en el cine a psicópatas mercenarios jugando a juegos macabros pero en esta ocasión el implicado no tiene ni la mitad del carisma que tenía el viejo Aníbal Lecter. A su vez Jodie Foster dibujaba un personaje mucho más frágil y lleno de intuición mientras que el amigo Brad Pitt no pasa de ser un madero con pocas luces al que un vulgar psicópata logra poner en jaque una y otra vez.

Pero si tomamos la película por lo que es -olvidándonos de las comparaciones-, diremos que en conjunto es un thriller electrizante cargado de una atmósfera lúgubre que nos deja pegados a la butaca. Si El Silencio de los Corderos me hizo sudar de inquietud, Seven me hizo dar gracias por ser normal, es decir, una persona más o menos equilibrada incapaz de infligir daño a los demás. No sé qué se siente al estar loco pero me da miedo pensar que algún psicópata real -y no de ficción- pueda inspirarse en estos macabros asesinatos para llevar a cabo sus ritos. En fin, lo dejo en el aire, pero está claro que este tipo de películas sólo pueden ir dirigidas a un público adulto.