Un interesante y ágil documental sobre Edward Snowden, un héroe anónimo que pretende denunciar el abuso de poder de nuestros gobiernos. Lo más atractivo del documental, más allá de su contenido, es su formato de thriller, concretamente de película de espías. El paralelismo es evidente, y ello servirá para que el espectador medio “se enganche” con el film… Laura Poitras muestra un relato lineal, con un esquema argumental al uso, casi con planteamiento, nudo y desenlace, combinando las escenas de reportaje puro y duro con el tratamiento más intimista de la vida y hazañas de Snowden. Como en toda buena película de espías, el espectador se verá casi incapaz de asimilar y procesar toda la información que, de manera un tanto desordenada, se le va ofreciendo. Con todo ello, “Citizenfour” es, además de un documental de denuncia, una obra muy interesante sobre cómo contar una historia, o sobre dónde situar el punto de vista del relato, o sobre cómo montar una película.

El mundo es una selvaaen donde las armas de destrucción masiva ya no son bombas, sino unos aparentemente inocentes ordenadores portátiles con los que manejar el mundo a base de interceptar comunicaciones. “Citizenfour” supera el trillado debate entre libertad y seguridad para poner en evidencia la falta de privacidad de la que cualquier ciudadano del mundo, sin siquiera saberlo, es víctima. Un atropello en toda regla que, de manera sibilina, golpea contra la línea de flotación de valores tan esenciales como la democracia, la división de poderes o el respeto a los derechos fundamentales.

No sé si el Oscar se le dio únicamente para acallar conciencias, o para quedar bien con alguien. Es verdad que últimamente la Academia muestra predilección por películas en donde las fronteras entre géneros se ven superadas o, al menos, difuminadas, y éste es un exponente claro de ello. En cualquier caso, “Citizenfour” es una obra necesaria, que debería hacernos reflexionar sobre el manejo de información en nuestra vida cotidiana, y sobre hasta qué punto debemos ser celosos y reivindicativos con nuestra privacidad. No me importa demasiado que se sepan cosas sobre mí, no tengo grandes cosas que ocultar, pero la idea de un omnímodo Gran Hermano me repatea. ¿A alguien no? Pues eso.