“Pride” es digna heredera del espíritu de “Full Monty”. Varios años después, la fórmula de la comedia británica con trasfondo social aún funciona. Será porque el film está hecho con inteligencia y buen gusto. Esta película difícilmente sorprenderá al público, y conmoverá lo justo. Sin embargo, se ve con agrado. La narración es ágil, las interpretaciones son convincentes, y el argumento aborda un problema cuyo planteamiento sigue siendo, por desgracia, necesario. Nada resulta forzado, ni el planteamiento coral de la historia, ni el emotivo desenlace. Lo bueno de “Pride” es que, a pesar de su previsibilidad y cierto tono naif, no resulta sensiblera en absoluto, y mantiene siempre al espectador enganchado. Warchus demuestra respeto por la historia y por el público, y plantea de forma convincente una reflexión sobre la dignidad, la solidaridad y la justicia social. Con ello, ésta es una de esas pocas películas que, si bien pocos considerarán imprescindible, gustará prácticamente a todo el mundo.