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Martes Carnaval rating:
7
Drama. Comedy Racine is a feared presiding judge at Criminal Court. His nickname is “The Two Figure Judge,” because he always hands down sentences of at least 10 years. Everything changes dramatically the day Racine meets Ditte Lorensen-Coteret. She is on the jury trying a man accused of homicide. Six years earlier, Racine fell in love with the same woman. Almost in secret. She is perhaps the only woman he has ever loved.
Language of the review:
  • es
September 1, 2016
14 of 18 users found this review helpful
Me ha parecido una de esas películas deliciosas con las que el cine francés nos obsequia de vez en cuando. Una película inteligente y muy estudiada para lograr el efecto que pretende. La contraposición entre la frialdad de una sala de justicia y el trágico caso que se juzga con el calor del espíritu romántico es de una eficacia asombrosa para que al final de la proyección sintamos ese regusto que proporciona el discreto sabor del sentimiento amoroso entre personas maduras, que, como el más pasional, puede llegar a desarrollarse en las tierras más áridas y yermas.

¿Cómo lo consigue el Director, Christian Vincent?

1 ) Recurriendo a un actor y a una actriz que se adaptan perfectamente a sus personajes y hacen dos grandes interpretaciones. Fabrice Luchini compone un juez, que profesionalmente se nos muestra seguro de sí mismo, consciente de su responsabilidad, fiel a sus obligaciones, poco amigo de dar confianzas y que busca con tenacidad la verdad en la seguridad de que en ocasiones es muy huidiza, pero que privadamente es detallista, sensible, comprensivo, culto y tiene un gran sentido del humor. ¿Cómo no admirar a alguien así?

Sidse Babett Knudsen emana un encanto que explica que casi sea obligado sentir atracción por ella. Su concepto de la medicina, en la que cabe la relación humana, buscando a las personas en los pacientes, resulta muy creíble.

2 ) Logrando una gran naturalidad en los diálogos de todo tipo que contiene la historia. Esa sencillez tras la cual se intuye un gran trabajo de ensayos y repeticiones.

A destacar la figura de la hija —a la que da vida la actriz Eva Lillier—, que ha heredado el encanto de su madre, y esa relación maternofilial que seduce tanto por la complicidad de sus protagonistas.

La película es, además, un documento muy válido de cómo funciona la justicia francesa —con sus pequeñas liturgias y considerables limitaciones—, que si no es forzosamente envidiable, sí es razonablemente digna, y de lo que es una sociedad multiétnica, con la problemática aparejada a la complejidad que la define —sociedad multiétnica que ya es una realidad en la mayoría de las naciones avanzadas—.

En resumen, una mínima y bonita historia que, si uno está atento, le podrá permitir, incluso, aprender alguna cosa.
Martes Carnaval
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