Su estética barroca, unida a un diseño de producción perfecto, no da como resultado lo esperado. Existe una pérdida en el ritmo a lo largo del primer tramo, al construir sobrecargando el espectáculo con secuencias que aportan poco, dispersando la concreción que de alguna manera la hubiera salvado.

Bradley Cooper, con su sola presencia parece que fuera suficiente para el desarrollo de cualquier personaje; no es un actor de variado registro interpretativo, se queda corto. A diferencia de su compañera, Cate Blanchett, actriz camaleónica y talentosa, que ha logrado gestionar su carrera, acometiendo un perfil artístico extremadamente versátil. Aquí se presenta como una mujer rica a la vez que tenebrosa, enigmática... e indescifrable.

Durante la última hora y media, Guillermo del Toro, maneja con acierto la trampa y el engaño, piezas fundamentales del relato. Tal vez la parte mejor resuelta. En su contra, la extensa duración llega a fatigar.