Teniendo en cuenta la cantidad de filmografías tontísimas que rodean al cine actual, la lista de merecidas películas románticas casi roza el borde de su extinción. Convertir el amor en una absoluta simpleza ya es algo tradicional en pantalla, porque pocas subrayan lo profundo y valioso de un sentimiento real y humano.

"One Day" tiene la fortuna de ser una de esas escasas películas que rompen el panorama con una sutil nota de cambio. Tiene estilo propio y encanto, buenas actuaciones, y un guión que no se hunde en lo banal. Ya es mucho, señores, ya es mucho en una romántica.

No es espectacular, pero tiene algo que la engrandece, más si cabe entre tanto cine previsible y vulgar.

Tampoco su banda sonora decepciona. La melodía principal roza un gusto ciertamente exquisito y queda grabada en la cabeza. Unos primeros y refinados créditos acarician la paz y serenidad de las notas musicales, un primer regalo para el espectador. Desde ese momento supe que lo que me esperaba era algo distinto a lo que estaba acostumbrada. Y no me equivoqué.

Lo bueno de una película es cómo el director lleva el tópico a la pantalla. Y si sabe hacerlo.

Merece la pena verla.