Son económicos, pequeñines y hacen de una entremesa la mejor de las opciones: está claro que La clienta busca convertirse en un bocadito menor que servirá como sombrita para una peli más grande a su lado. Balasko pone en práctica lo más usual del cine francés, ese tono rozando lo picaresco, desenfadadamente transgresor y de una ligeresa que le juega...de acuerdo al paladar del espectador.

No es que las decisiones "suaves" sean un mal camino, el problema es cuando todo se tiñe de esas situaciones y de pronto algo pretende dar un giro a la atmósfera que ya se recontra ultra creó: ¡hamacate! El director no supo hacerlo. Los personajes no poseen poder necesario para poner la peli a sus espaldas: la cincuentona divaga demasiado, intenta tomar los primeros planos pero le quedan grandes. El acompañante parece más un cliente que un trabajador, no se le cae una gota de carisma, parece un bonachón eterno mientras qie los demás van y vienen dentro de una obra que amaga a ser coral y no se decide, amaga a tomar partido por los protas y éstos no llegan a dar la talla...

Entonces me río con dos, tres chistes, un juego de palabras bien hecho y algunas elipsis/gags que funcionan bastante bien. Cabe preguntarse: ¿Este era el objetivo? La respuesta no es fácil, de hecho casi que resulta tramposa.