Término que acabo de inventar, si bien estoy aludiendo a algo muy conocido: Carpenter se alejó del género que lo catapultó a la fama (terror) y nos entrega esta curiosa obra que fusiona cine de espionaje, ciencia ficción e influencias notorias del cine de clase b. 2013 es una obra que se dirige a lo paródico sin llegar claramente a él, pero sí se aleja lo bastante de una mirada seria como para considerarse una peli sobria.

Es quizás ese vago punto intermedio lo que no termina de cerrar en esta obra. Snakes, Russell, es enviado a la fuerza por el presidente de los Estados Unidos para recuperar una caja negra que contiene los controles de la energía del planeta. El argumento ya huele a guionista enresacado y si a esto le agregamos los efectos especiales de índole artesanal; la mención de calles como Mulholland Drive o Sunset Boulevard que aluden al fanatismo cinéfilo y a diálogos y situaciones que o bien bordean el absurdo o bien se adentran en él, pues entonces 2013 resulta un híbrido extraño que se dispara hacia lo ridículo pero que paradójicamente no quiere abandonar un cierto tono de seriedad. Esta indecisión hace que la peli sea de una naturaleza del todo inclasificable, no por decisión del director sino por una inestabilidad para demarcar el género al que pertenece.

Con aires de familiaridad con la dupla Grindhouse de Gutiérrez y Tarantino, 2013 ya existía previamente y llevaba el germen de estas refrituras calculadas. Solo que no hay en ella un ancla que nos pueda hacer encallar en tierra firme.