Interesante y poco conocida película sobre el líder musical de un quinteto de jazz. Spike Lee retrata la trayectoria vital de un virtuoso de la trompeta que triunfa, junto a su grupo, al que trata con mano de hierro, en salas de fiesta y clubs. Combina drama, la historia de Bleek y sus amantes, con la comedia, la historieta de Gigante (el director de “Malcom X” se reserva este papel de manager del grupo, un ludópata incorregible de las apuestas). Sin duda, la segunda resulta menos interesante, pero la combinación de ambas acaba por complementarse.

Spike Lee sabe hacer el film interesante, remontándose a los orígenes, con una pequeña introducción desde la infancia y sabiendo intercalar los momentos propios de la creación artística (los momentos en el camerino, las actuaciones y el backstage) con momentos cotidianos. Spike Lee es, en la vida real, hijo de un contrabajista de jazz, lo que quizá explica la magnífica ambientación y la excelente banda sonora (compuesta por propio su padre), posiblemente, lo más destacado del film.

Aunque entretiene y oxigena la trama puramente musical, Spike Lee abusa un poco de su personaje ludópata. En general la película contiene una narración innecesariamente dilatada - dos horas emplea Lee en contarnos algo que no necesita de más de noventa minutos-.

La película (que es, sin lugar a dudas, una oda al jazz) está dedicada a Robin Harris. Actor y comediante que aparece varias veces en el film como Butterbean Jones, interpretando chistosos y ácidos monólogos. Mo’better blues significó su último paseo por la gran pantalla, ya que falleció el mismo año del estreno.

A pesar de todo, la película funciona bastante bien como especie de biopic y película musical, y destaca en la descripción del lado más humano del artista que vive por y para su música, con una alta autoestima que a veces le perjudica (no sabe escuchar) y una azarosa y poco humilde vida sentimental a dos bandas. Wesley Snipes y Samuel L. Jackson (con un papel muy pequeño) actúan sólo como secundarios de lujo.