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Strhoeimniano rating:
10
Film noir. Mystery An unseen man sets the timer on an explosive device. The clock starts ticking down as soon as he stashes it in the boot of a fancy-looking car. Immediately afterwards, a well-heeled businessman motors off with his cheap-looking girlfriend. Through the tawdry streets they roll, until they pass by Mexican lawman Ramon "Mike" Vargas (Charlton Heston) and his new wife Susan (Janet Leigh). As the newly-weds cross over the border, into the ... [+]
Language of the review:
  • es
May 31, 2005
210 of 260 users found this review helpful
Barroca hasta los tuétanos, “Sed de mal” es quizá la mejor película realizada por Orson Welles. La razón de que el maestro filmará esta joya del cine la tiene Charlton Heston. En en un primer momento Welles sólo estaba contemplado para interpretar a Hank Quinlan, pantagruélico policía que camina pesadamente entre el filo de lo legal e ilegal para lograr sus propósitos; pero Heston, en la cima de su carrera, entendió que sería Welles quien lo dirigiera y aunque no era así mantuvo esta exigencia y logró que el maestro filmara una de las mejores películas de la historia del cine.
Intriga criminal desarrollada en un pueblo fronterizo entre EE.UU y México, que enfrenta a un Quinlan, amargado y fascista, con su contrario, Vargas (Heston), inquebrantable en su honradez y limpio en sus métodos (ironías del cine). La primera secuencia ha pasado con justicia a la historia del cine. Un plano secuencia de casi tres minutos (ahora en la versión “director’s cut” la podemos ver sin los títulos de crédito que “ensuciaban” esta joya) que comenzando por un plano detalle de una bomba de relojería recorre todo el lenguaje cinematográfico hasta terminar en la explosión que iniciará todo la intriga y la llegada del fascinante Hank Quinlan.
La película es un ejercicio alucinógeno, con una atmósfera pesada, genialmente fotografiada por Russell Mety, que nos transportará a un universo bizarro y putrefacto, con encuadres que subrayan desde la trama a las características de los principales personajes. Esta puesta en escena, llena de encuadres asombrosos y movimientos de cámara para nada gratuitos y de una modernidad asombrosa, destilan la savia que sólo un genio como Welles poseía. Muestra de esto, sería la última secuencia, un ejercicio visual y sonoro que resume el tono alucinante que preside esta película de cine negro, negrísimo.
La actuación de Welles es estremecedora, llena de una hondura psicológica que logra acercarte a ese ser monstruoso que es Quinlan. También encontramos a una Janet Leigh, “prespiscosis”, como esposa del comisario Vargas y también acosada en un motel; y a un Akim Tamiroff como el mafioso mejicano, Tío Joe Grandi. Cuenta también con una serie de cameos: Mercedes McCambridge, Cotten, Zsa Zsa Gabor y una misteriosa Marlene Dietrich, como la gitana Tanya, que dará muestras de su valía en un pequeño papel que llena toda la pantalla y cierra esta historia con una frase que resume toda la película: “un buen hombre, un mal policía”.
Strhoeimniano
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