El sermón homofóbico del predicador, basándose en textos bíblicos, es excesivo en tiempo y en odio, y ese exceso afecta bastante a la historia. Lo mismo que el asalto de la policía a la iglesia de la secta, cuyo exceso de disparos se hace pesado. Si el guionista y director ha pensado que tanta verborrea bíblica le podía dar un tono apocalíptico a la película, al mismo tiempo que produjera un rechazo a la Biblia, me parece que se equivocó. Lo mismo, si tantos disparos y muertes con sangre cree que es acción, está en un grave error. Puede que este basada en un hecho real, o en un personaje real, pero plantea situaciones difíciles de creer. El sonido tiene su gracia cuando te explican, más tarde, que está pasando, pero de momento es un punto más para que no te la creas. Eso si, le gustará a todos aquellos que piensan que un cine militante es el que le da palos a la religión, a los políticos y a la policía. Una vez más no entiendo como el festival de Sitges premia a películas como esta que no pasa de regular. A lo mejor es que allí no se presenta nadie que valga la pena.