Ojalá pudiese decir lo contrario, pero "Soul" me ha decepcionado. Quizás las expectativas eran demasiado altas. Quizás es que adoro el cine de Pixar y adoro el Jazz y cualquier cosa que no fuese "excepcional" me hace calificarla de mediocre. Pero es que "Soul" roza, desde mi humilde punto de vista, la mediocridad más alarmante. Y no es mediocre porque sea una mala película, sino que su mediocridad nace en que funciona con el piloto automático puesto durante todo su metraje y ese "todo" suena a ya visto antes. No hay en "Soul" nada nuevo y ese subtexto a lo Paulo Coehlo es tan vergonzoso que uno duda que esto sea realmente Pixar. Parece como si un puñado de creativos vegetarianos que practican yoga se hubiesen juntado para pertrechar la película perfecta... para gente como ellos.

Sería injusto decir que todo en "Soul" es malo. Porque no es así. Tiene momentos brillantes, pero sucede que también tiene problemas con su ritmo, su historia e incluso con su diseño. Quizás solo yo vea esos problemas y vosotros consideréis "Soul" una nueva obra maestra de la factoría Pixar. Bien por vosotros que habéis podido disfrutarla porque de eso trata el cine: de entretenimiento.

Pero a mí me ha decepcionado e incluso me ha aburrido. Y no creo que el problema sea de la historia porque es una bonita historia que bien desarrollada me hubiese interesado más. Pero "Soul" escoge el camino fácil, la melancolía barata, los personajes vistos decenas de veces en otras películas de animación. Lo mete todo en una batidora y espera que funcione, en el convencimiento de que el espectador prefiere ver lo ya visto a enfrentarse a algo nuevo. De acuerdo, esa es la estrategia de los estudios y, con toda seguridad, funcionará con la mayoría de espectadores.

Pero una vez has visto las costuras y las trampas de este producto... la decepción es lo único que queda. O que a mi me queda.