“The Master” es posiblemente una de las películas mejor escritas e interpretadas que he visto en mucho tiempo, la complejidad de sus personajes es algo inaudito en el cine de hoy en día. El retrato de una época, una enfermedad y una manera de ver las cosas se entremezcla como una compleja tela de araña servida por dos maestros de la interpretación. Aquí no se habla de sectas ni de enfermedades mentales ni tampoco de la posguerra porque lo que “The Master” explica es la lucha entre la fuerza y la debilidad de la mente humana. Una película difícil de ver que exige del espectador un sobreesfuerzo más allá del visionado, una película difícil, amarga y escasamente complaciente. Poco se puede decir de una película como esta, simplemente que Paul Thomas Anderson lo ha vuelto a hacer y ya son demasiadas las obras maestras que tiene en su haber (“Pozos de Ambición”, “Magnolia”, “Punch Drunk Love”, “Boogie Nights”) para considerarlo simplemente como un director “prometedor”. Es -posiblemente- uno de los directores más complejos, interesantes y potentes de toda su generación. Un Kubrick del siglo XXI con aires de niño travieso. Alguien que puede aburrir a muchos espectadores si no son capaces de conectar con su particular universo (lo mismo que sucedía con Kubrick). Un buen guión (no es magnífico pues da demasiado importancia a las personalidades obviando la historia que pretende contar), unas interpretaciones magistrales (si Philip Seymour Hoffman está magnifico lo de Joaquin Phoenix ya es de otra galaxia), una dirección aséptica que marca perfectamente los tiempos y nos golpea sin piedad. En definitiva, una película tan compleja que puede resultar una decepción para más de uno que buscaba un divertimento más trivial.