Voy a parecer los hermanos Marx hablando, lo siento. La película arranca de forma desgarradora. La primera parte es una especie de A Bronx Tale pero más descarnado, incidiendo en la mentalidad de los barrios bajos católicos en el Nueva York de los años 60. Robert de Niro aquí está magnífico en el papel de sacerdote, que cuida de su comunidad. Hemos visto ambientes así en otras películas pero aquí está magníficamente retratado. De repente todo da un giro y nos vamos a una prisión de menores donde todo cobrará un cariz muy distinto, mucho más dramático y mucho más desagradable. Bien, hasta aquí uno se preguntaría si toda la primera parte era necesaria, pues sí, en realidad sí, por lo que veremos en otra parte más, que será la tercera. Y bien por lo que veremos en ella, efectivamente toda la primera parte era necesaria, ayuda a entender por qué los personajes van a actuar como veremos que actúan. Todo el contexto social que vimos en la primera parte saldrá a la luz en la tercera. Hasta ahí bien, de acuerdo, lo que ocurre es que el modus operandi que van a desarrollar es totalmente inverosímil. Se nos presentará un montaje parecido a El Golpe, pero si las licencias ni el registro cinematográfico y literario en que se hizo El Golpe. Básicamente vamos a ver El Golpe con los modos realistas de una película social de los años 90s. Aunque De Niro y Dustin Hofmann elevan mucho el nivel, finalmente ese defecto de guion pesa demasiado. Por si fuera poco, cometieron el error de meter a Minnie Driver, que ya de por sí sobreactúa bastante, en un papel bastante molesto, cuya única función parece ser dar un toque "femenino" a la cinta. Al final el sabor de boca que te deja es "por qué no se quedaron en la primera parte?"