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Samizdat rating:
4
6.5
36
Drama
It Rains in My Village (Serbo-Croatian: Biće skoro propast sveta or literal translation "The End of the World Is Near"). A mentally challenged girl is defended by a young man who takes care of pigs. He gets into a fight with the local saloon keeper promting the man to get the boy drunk and bribe a priest into marrying the boy to the unfortunate girl. A female teacher arrives in town to teach women how to paint. She uses the young ... [+]
Language of the review:
- es
June 13, 2011
1 of 3 users found this review helpful
«Bice skoro propast sveta» (verso inicial de una canción popular que puede traducirse como «pronto llegará el fin del mundo») es un drama rural, ambientado en Voivodina (como la excelente «Encontré zíngaros felices», la película anterior de Petrovic), libremente basado en «Los demonios» de Dostoiévski. A la aldea remota en que se desarrolla la acción llega una nueva maestra, pintora aficionada y comunista convencida, interpretada por Annie Girardot, que trastorna la vida de Trisa, un sencillo criador de cerdos (Iván Paluch). Este es el reactivo que pondrá en marcha la tragedia, aunque ya previamente se nos ha mostrado la crueldad reinante en la vida de esa comunidad rural, nada idealizada, de la Yugoslavia profunda (por ejemplo, cuando, durante la celebración de una boda, una deficiente mental es atormentada para diversión de los mozos del lugar) y el peso que en ella tiene el fanatismo religioso.
Petrovic asigna la función del coro en esta tragedia a una orquesta gitana de las que amenizan bodas, bautizos y funerales, que repite una y otra vez los mismos estribillos, de forma realmente cansina. La pretensión, supongo, es que las canciones populares glosen los acontecimientos que se relatan, pero en mi opinión el tono burlesco de estos temas musicales hace que la tragedia degenere en farsa, algo a lo que contribuye también el muy escaso metraje de la película (poco más de hora y cuarto), apenas suficiente para desarrollar mínimamente los personajes. No hay más que ver, por ejemplo, a qué velocidad se despacha todo el asunto del crimen y el apresamiento del «culpable». En cualquier caso, no parece que la trama en sí sea la principal preocupación del director, más interesado en mostrarnos estampas de la vida rural, con cerdos correteando por las calles y palurdos que aplauden a rabiar el espectáculo de una mujer bigotuda. De forma lateral y a mi modo de ver bastante forzada, en secuencias completamente desvinculadas de la acción principal, se abordan también temas políticos entonces de actualidad: aparece un grupo de checos que ha llegado huyendo a causa de la reciente invasión soviética de Checoslovaquia (1968), y se hacen comentarios sobre el aburguesamiento de la clase política yugoslava.
Petrovic asigna la función del coro en esta tragedia a una orquesta gitana de las que amenizan bodas, bautizos y funerales, que repite una y otra vez los mismos estribillos, de forma realmente cansina. La pretensión, supongo, es que las canciones populares glosen los acontecimientos que se relatan, pero en mi opinión el tono burlesco de estos temas musicales hace que la tragedia degenere en farsa, algo a lo que contribuye también el muy escaso metraje de la película (poco más de hora y cuarto), apenas suficiente para desarrollar mínimamente los personajes. No hay más que ver, por ejemplo, a qué velocidad se despacha todo el asunto del crimen y el apresamiento del «culpable». En cualquier caso, no parece que la trama en sí sea la principal preocupación del director, más interesado en mostrarnos estampas de la vida rural, con cerdos correteando por las calles y palurdos que aplauden a rabiar el espectáculo de una mujer bigotuda. De forma lateral y a mi modo de ver bastante forzada, en secuencias completamente desvinculadas de la acción principal, se abordan también temas políticos entonces de actualidad: aparece un grupo de checos que ha llegado huyendo a causa de la reciente invasión soviética de Checoslovaquia (1968), y se hacen comentarios sobre el aburguesamiento de la clase política yugoslava.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Un elemento destacable es el uso que se hace de la pintura en la película, algo que no es nuevo en el cine de Petrovic, ya que podía encontrarse también en «Encontré zíngaros felices». En este caso, son los cuadros «naïf» de la maestra, en general escenas de la vida rural, entre los que destaca una pintura que representa un tropel de cerdos alados, que se nos muestra en el momento en que Trisa, criador de cerdos, llega, por decirlo así, al cielo de su obsesión erótica. Hay numerosas imágenes con un trasfondo religioso, empezando por la iglesia en ruinas que vemos a menudo en primer plano y preside la vida de la comunidad.
En mi opinión, «Bice skoro propast sveta» es una película muy inferior a las dos anteriormente rodadas por Petrovic («Tri», de 1965, y, sobre todo, «Encontré zíngaros felices», de 1967). La historia está apenas esbozada, algunos personajes apenas tienen entidad propia y tanto las estampas costumbristas como la música resultan demasiado repetitivas y llegan a cansar.
En mi opinión, «Bice skoro propast sveta» es una película muy inferior a las dos anteriormente rodadas por Petrovic («Tri», de 1965, y, sobre todo, «Encontré zíngaros felices», de 1967). La historia está apenas esbozada, algunos personajes apenas tienen entidad propia y tanto las estampas costumbristas como la música resultan demasiado repetitivas y llegan a cansar.