Déjame que decida
que la vida fue el único error.
Déjame a mi suerte
que no hay muerte si no hay también perfección.

Y sal, pánico, sal,
sal de mi mente.
Nadie nos prometió
vivir eternamente.

Bajo sábanas blancas
sé que guardas tu pobre interior,
como en una mudanza
hacia un sitio que te han prometido mejor.

Ahora que nada espero
y que no hay nada ya que añorar,
ahora hasta el mismo cielo
me acompañará en la cuenta atrás.

Parece decir Nancy, como salida de una trágica y sórdida canción de Nacho Vegas.
Para ella el pasado y el presente son demasiado y quiere escapar, de sí misma, de su marido indiferente, de su miseria y de su psicóloga (que naufraga entre la culpa y la incompetencia). Para ello acude a un amigo-desconocido del chat (otro ser atormentado) y juntos emprenden la huída, pero no una huída triunfal, sino una oscura, llena de vacíos y dolores incurables, de esos que unen, de camino hacia el más puro final.

Muy bien filmada, de actuaciones impecables, adecuada fotografía con excelentes colores para acompañar lo trágico de la historia, pero solo para ver un día en el que estés de muy buen humor, pues de lo contrario generará en ti, un estado de ánimo peligroso...