El estar filmada un 99% en blanco y negro fue un acierto absoluto; los imaginables, fuertes y contrastables colores selváticos de una jungla amazónica habrían distraído al espectador de una narración que encierra cierto misticismo. El director Ciro Guerra logra hacernos viajar en el tiempo dentro de una soberbia galería de imágenes maravillosamente logradas. También nos transporta 40 años atrás y luego 40 años adelante en un vaivén de historias y recuerdos que se entrecruzan en la mente de un mismo personaje buscando siempre el objetivo de una racionalidad que tiene una lógica para el explorador, aventurero e investigador blanco, y otra muy distinta para el indígena "dueño de casa" desconfiado, alerta y con elevada autoestima en la defensa de su hogar y entorno. Es una historia de mucha sensibilidad humana de principio a fin, que nos hace pensar y reflexionar sobre el lugar donde está nuestra razón última más allá de los fines que cada uno persigue y de los métodos usados para obtenerlos. Esta cinta bien puede, y con justicia llevarse el Oscar a la mejor película de habla no inglesa mañana cuando tenga lugar la ceremonia de premiación; sería muy merecido!.