En ocasiones tienes que ver muchas películas antes para encontrarte con joyas como esta, pero merece la pena, por la sorpresa, por la satisfacción que te crea y esa sensación que te posee cuando abandonas la sala del cine, no se va tan fácilmente.
Esta película es impredecible, en todas sus vertientes, muy bien construida y de esas con una ambientación muy ligada a la historia, porque el frío de la historia te penetra, lo sientes, pero contrasta con la calidez que transmiten los protagonistas, es un ying yang, todo ello cubierto del velo del misterio, la sensualidad, el romanticismo y el morbo a lo desconocido, lo atrevido y lo diferente.
Los protagonistas son dos seres muy dispares, de diferentes perspectivas ante la vida que coinciden porque sí, como las bellas historias, seres incapacitados cada cual a su nivel pero de un corazón voraz y muy ardiente, al final como siempre se ha visto los polos opuestos se atraen y saltan chispas, porque la sensibilidad y el alma pura no tiene límites en este par de desconocidos.
Es una historia sutíl, no revela, no es lenta para nada pero tampoco tiene un ritmo trepidante, la vas poco a poco saboreando y degustando, como las buenas películas que tienen el ritmo perfecto y no se te hacen ni largas ni cortas, es una historia preciosa y muy tierna, de esas que te arrancan una sonrisa y te sientes arropado con ellas, con grandes actos de sacrificios de amor y amistad que transportan una calidez indescriptible, en resumen, es una película que si no lo ves en el cine sin duda la verías en invierno, con una mantita y un té caliente al calor de la leña. Te enamorarás.