Una historia de amor imposible, los fantásticos efectos de ese monstruo de la caracterización llamado Rick Baker que le valieron, además, su primer Óscar y la famosa 'Blue Moon', versionada en la voz de Bobby Vinton, sonando como entrante. Cosas de las que cualquiera daría fe en el recuerdo.
Cierto es que la transformación en licántropo sea lo que más perdure en la memoria colectiva, pequeño hito de los efectos hechos como artesano ampliamente superados ya gracias a la tecnología, y convertida para ella en una cuestión simple y casi exclusiva como una maldición lugareña, transmitida como testigo de incauto en incauto por las verdes y solitarias praderas de la campiña inglesa. Algo adjunto en forma de legado de cualquier maldición sobrevenida, base principal, pero no única.
No podría considerarse si quiera una versión libre de la original historia de 'El hombre lobo', aunque, por supuesto, se reserva muchos paralelismos. Al drama de terror original hay que sumarle un factor nuevo introducido por Landis, la comedia, un poco camuflada bajo la tragedia endulzando el conjunto con alguna que otra escena en particular.
Siendo un poco pragmático, la relación de amor entre David y Alex puede verse un poco forzada en el ritmo, hasta sobredimensionada en su conclusión, algo que no es obstáculo para sentir empatía con sus evidentes flirteos ni con su pasión, el juego que no deja de ser la verdadera fatalidad que subyace.

Siempre es bonito cada cierto tiempo dejarse atrapar por la influencia de su luna llena.