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Lafuente Estefanía rating:
8
Western When his life is saved in a shootout by a fellow gunman whose life he in turn had saved, Alex Longmire promises to give up his way of life. Riding into town he finds the only job available is deputy to sheriff Jade Murphy, an honest man caught between small farmers and a local cattle baron. And he has a pretty daughter. So Longmire decides to stay and see if he can use his expertise with firearms for good.
Language of the review:
  • es
July 10, 2020
4 of 5 users found this review helpful
Cinta muy notable en la que, a través de la visión de dos niños que se pasan el día jugando a pistoleros y que aspiran a serlo de mayores, se analiza lo que es la vida de estos personajes y, sobre todo, sus posibilidades de reinserción en la sociedad.
Arranca el western con un enfrentamiento a tiro limpio en el que uno de estos sicarios que se siente "viejo por dentro", que desde hace tiempo sabe que "anda sin rumbo", hasta el punto que "ahora ni siquiera tengo ya madera de pistolero", poco antes de morir hace prometer a otro colega y amigo Longmire (Calhoum) que abandonará el oficio.
Y con esta idea llega este a Durango donde intentará cumplir la promesa, al menos situándose en el lado correcto de la ley. A ello le ayudará un viejo sheriff que lo toma como ayudante, ante las reticencias y el desprecio de su bella hija, Caroline (Hyer), que desconfía sabedora que "todos dicen siempre lo mismo".
Al fondo el cacique de costumbre con sus propios guardaespaldas que nada nuevo aportan, salvo el debate de la posible rehabilitación que creen imposible. Hay muchas clases de pistoleros, se defiende Longmire, "no todos son guisantes salidos de la misma vaina", "una persona puede usar su arma para robar un banco o para defender la ley", "los pistoleros son tan necesarios como las serpientes en el desierto" ...
Buen guión, excelentes diálogos con frases lapidarias como la que usamos en el título de la reseña o las que dejamos entrecomilladas. Escenas brillantes como el desgarro al mantel de hilo del bueno de Sam Bardwin,
Como de costumbre el pueblo mira y contempla el desarrollo del drama sin comprometerse. Canta y evoca los grandes duelos, incluso critica el empleo de la escopeta en defensa de la ley cuando, a su entender, deben solo hablar las pistolas. "Yo me arrastraría antes de usar una escopeta", dice uno de los jóvenes "pistoleritos".
Pero son estos mismos niños los que zanjan el debate de la reinserción: "Ya no necesitamos escopetas".
Lafuente Estefanía
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