Ya se ha señalado en alguna ocasión que Roland Emmerich hace películas sobre todo para entretener al personal. Se ha especilizado en la ciencia ficción ("Stargete" y "Soldado Universal") y en el cine catastrofista ("Godzilla", "2012"...) pero de vez en cuando se pone histórico e, incliso, sesudo. Ya le pasó con "El patriota" y lo vuelve a hacer con "Anonymous".
En esta ocasión, el cineasta alemán nos habla de la existencia de Shakespeare, de si este actor fue realmente el genio que todos conocemos o si en verdad es un simple testaferro de algún personaje más culto. Claro está, él toma partido por esta última opción porque es lo que le sirve para plantear intrigas palaciegas, traiciones, deslealtades y demás cosicas bonicas en la corte de Isabel I. Lo importante aquí no es si la película tiene razón en la tesis que plantea sino si es verosímil y, sobre todo, es entretenida. Verosímil es sin duda porque no pocas tesis se han realizado en torno a la figura del bardo inglés, si fue el genial escritor que pasó a la posteridad o no. Y entretenida también lo es, ya que hay pocas pelis de Emmerich que no lo sean, hay que reconocérselo.
Se ha polemizado mucho en torno a la figura de Shakespeare (que aquí es pintado como un vividor aprovechado), es una figura controvertida y Emmerich lo aprovecha. Quizá se trate de una polémica un pelín clasista, ya que uno de los argumentos que se usan es que viene de una clase social humilde, como si los humildes no pudieran componer grandes obras. Esos argumentos han llegado incluso a Cervantes, lo que es un poquitín raro. Se dice: "No se sabe nada de su vida ni de su formación", entonces ¿por qué se duda de su capacidad?.
Como en todas sus películas, el diseño de producción es de lo mejor: la recreación que hace del Londres del siglo XVII es magistral y parece que incluso podamos oler las inmundicias de la calle, y el reparto está muy bien.