Joshua Oppenheimer realizó uno de los documentales más duros, necesarios e impresionantes de la historia cinematográfica. Un filme que saca a la luz el genocidio realizado por el régimen totalitario indonesio en 1965 y 66 a partir de un grupo llamado "gángsteres". Este grupo de personas siguen situándose en la escala de mayor poder del país y a partir de la convivencia con dos de los llamados "gángsteres" conoceremos las atrocidades que realizaron en aquellos tiempos.

Anwar Congo y Herman Koto deciden además representar sus experiencias torturando a las victimas realizando una película, el papel que el cine recoge en el documento es también revelador, suponiendo que la iconografía del cine también puede apasionar a verdaderos asesinos como estos.

La película retorcerá estómagos no tanto por las "representaciones" de las torturas sino por lo que oirán de los protagonistas del documental, siendo duro escuchar algunos testimonios. Un filme que remite a la esencia del cinema verité, colocando la cámara y esperando a ver lo que se cuenta y sucede.

Un filme revelador y duro sobre la maldad humana, la historia de nuestra espécie y la reveladora posibilidad catárquica incluso en personas como estas. Un filme duro y necesario que dejará aún más extrañeza con ese plano final que nos remite al genio Lynch o a un perverso Fellini.