Con el tiempo y cuando veamos en perspectiva estos años económicos tan inestables e injustos, veremos que una serie de películas se atrevieron casi a instaurar un nuevo género (“Margin Call”, “The company men”, …), con una clase de historias donde presentan a seres indeseables que por el afán de ganar más y más dinero pisotean a todo y a todos.
Dentro de esta fauna Leonardo DiCaprio nos presenta un auténtico tour de force definitivo. Su interpretación llega a límites difíciles de superar, y provocará sin duda (ya lo está haciendo) ríos de tinta por su polémico acercamiento.
DiCaprio destaca como presentador de este circo de tres pistas, rodeándose eso sí, de un reparto que a más de uno puede dejar perplejo. Lo de Jonah Hill es difícil de explicar, sus escenas (las más irreverentes) son un absoluto acicate complementario del protagonista. Creo que nunca una película ha sacado (ni sacará) el potencial que tiene este actor, obligado por su físico a realizar comedias intrascendentes.
La trama es tan potente, que incluso apariciones a priori accesorias, como la de Matthew McConaughey, se convierten en algo que perdurará en la mente de más de uno. El actor de la excelente “Mud” se convierte en el disparador de una manera de entender los negocios y la vida. Impagable.
Lejos de hablar de los excesos de la trama y de las diferentes situaciones que se producen, la cinta es un modelo a seguir de montaje y de ritmo. Martin Scorsese lo ha vuelto a lograr, y regresa con una energía similar a la de dos sus mejores trabajos “Uno de los nuestros” y “Casino”. Comparte con ambas, el desmesurado metraje, y la acumulación de situaciones a cada cual más difícil e interesante. Auténticas “películas río”, donde los personajes se introducen en una espiral difícil de salvar.
Scorsese parece haber recuperado el pulso perdido, y logra que tres horas se conviertan, en un abrir y cerrar de ojos, en un auténtico milagro. Incluso te hace comprender el trabajo de estos brokers, transmitiéndolo con un lenguaje asequible al común de los mortales.
Algunos dicen que el cine de hoy es incapaz de generar nuevos clásicos, creo sinceramente, que esta explosiva película de Martin Scorsese, es lo más cercano a los grandes títulos de antaño.