Con una presentación sublime donde frente a la monotonía del inspector de hacienda interpretado por Will Farrell (quien apunta maneras para situarse muy arriba en el ranking de mejores cómicos de la década) se sobreponen las cifras que forman parte de su cotidianidad: cuantas veces se cepilla los dientes, horarios exactos para coger el autobús, volumen disponible de jabón en un dispensador.... Sin embargo, todo ese control exhaustivo se ve truncado al más puro estilo de "El show de Truman" (1998). Harold Crick (Farrell) descubre que es un personaje de una novela cuya autora (Emma Thompson en un papel magistral) siempre acaba matando a los personajes. A Crick se le tambalea su mundo matemático cuando se da cuenta de que al fin y al cabo es un títere en manos de la escritora en plena crisis creativa. Por suerte, contará con un notable Dustin Hoffman, que interpreta a un inusual experto en literatura.

La película es una de esas "feel-good movie" que nos dibujará una sonrisa en múltiples momentos, gracias a su guion, interpretaciones y, por qué no, una música que acompaña muy bien el estado anímico de los protagonistas.