Tras tanto patrulleo galáctico, refriegas de dioses y ángeles oscuros, torneos a vida o muerte entre universos o minotauros devoraplanetas tocaba regresar a la tierra, dar un respiro a los buddy saiyajins y volver a lo terrenal regalándole protagonismo -durante hora y media de ultragozable evasión- a los dos personajes favoritos de Akira Toriyama:
Son Gohan y Piccolo (avisado está todo aquel que, como un servidor, guarde gratos recuerdos de la batalla -televisiva- contra Garlick Jr. que acapararon ambos).
Por otro lado, no creo que exista un personaje de la franquicia con más legitimidad para ser el protagonista de un largometraje titulado "SuperHero" que el que ya ha ejercido reiteradamente como tal... ¡y eso incluía tanto el disfraz llamativo como un nombre de guerra ridículo!
La buena mano de Akira Toriyama como guionista -esta vez- permanece intacta trasladándola a la relación entre Piccolo y una "aralizada" Pan cercana a su concepción original o en las aportaciones de Bulma y Krilin.
Y como, tenga la letra que tenga su título, no hay saga de DragonBall sin al menos una trama dedicada a ellos, tanto en el cine como en televisión: ¡¡vuelve la Red Ribbon!!
Dentro de lo estrictamente material, alrededor de 70 millones en Estados Unidos, varios países de América Latina y Japón envían a 'DragonBall Super: SuperHero' al top de animes más taquilleros de la historia.
Definitivamente DragonBall goza en la actualidad de mejor salud en la pantalla de cine -con una historia nueva cada par de años que pueda enganchar a viejos fans que no la sigan regularmente- que las cifras de ventas agonizantes en el papel.
Un emotivo, nostálgico y trepidante pasatiempo en CGI con look de animación bidimensional para retroceder a tu infancia... en el cine.
La sala llena, por cierto. Y la verdad es que no he visto a demasiados niños.