Vengo todavía afectado tras ver la miniserie de Sergio Ramos. Lo único bueno que puedo remarcar es la profesionalidad, aunque se exceden en la fotografía y eso parece una demostración de efectos de Adobe. Todo lo demás, es como para cogerlo con pinzas.

Y es que esto es como el fútbol, que cuando está de no, pues no, y el caprichoso azar ha querido que Amazon dedicara un documental pseudo reality en una de las temporadas más aciagas para el Real Madrid, donde no se ganó nada, y yendo más allá, acabando el documental en el último capítulo con la que puede ser la peor semana de la historia del Real Madrid, con el Barcelona sacándote de la Copa del Rey y la liga y el Ajax humillándote en tu propio campo.

Y uno se pregunta: ¿es Calvin Singh o quien esté detrás culé? Porque vale, no puedes cambiar el destino, pero que los últimos 15 minutos del documental sean con el fracaso más estrepitoso posible y con el ridículo de Ramos en el palco viendo caer a su equipo tras forzar una tarjeta para descansar, era como para haberse planteado un poco la estructura de la miniserie, más todavía cuando en varios capítulos se monta todo para otorgar una línea temporal al asunto. ¿Habría costado tanto dejar todo eso para el penúltimo capítulo y haber metido como conclusión cualquier otro basado en la familia o cualquier otro aspecto que no dejara ese terrible sabor de boca?

Pero más allá de tener al enemigo en casa, lo que realmente destruye el documental es que todo es impostado, salvo, quiero creer, el propio Ramos. Lo que pasa con Ramos es que muestra su lado más serio, más profesional y, hay que decir, más extremadamente aburrido. Probablemente siempre pendiente de la cámara, el Ramos que vemos se ve medianamente natural pero muy capado. Todo lo demás, es un festival de lo guionizado y lo conducido. Pilar Rubio, obligada a hacer preguntas por orden de los que están detrás para sacar información jugosa (o no, pero obligada ella moralmente a preguntar cosas para aportar contenido al documental), haciendo preguntas obvias de las que conoce la respuesta hace tiempo: "Ayer leí que el clásico era el partido más visto en el planeta", dice mientras prepara una ensalada. Y así, todos, uno detrás de otro, aportando más script que un partido del FIFA.

Hay demasiado espacio para figuras como la de René Ramos, hay poca naturalidad en las escenas, y hay poco interés en la figura de Ramos una vez has terminado el documental. Demasiado aburrido, demasiado serio, demasiado poco reality en detrimento de informaciones aburridas y extendidas a lo largo de ocho capítulos que se acaban haciendo eternos, ya que con los dos primeros ya tienes todo lo necesario para hacerte la figura de este Ramos de documental, políticamente correcto y obsesionado con no meter la pata para no volver a ser Trending Topic por razones ajenas al fútbol.

Flaco favor.