Me gusta mucho Pixar, a casi todos nos gusta, pero no es la primera vez que me a cuela donde más me duele, solo que esta vez ha tocado mi saga predilecta.

De alguna forma, Pixar parece no saber, según mi opinión -ojalá me demuestre lo contrario en posibles secuelas-, darle una madurez a sus sagas. Es uno de los pocos casos donde considero que son necesarias más películas para llegar a determinados conceptos que aquí, sin querer hacer spoiler a nadie, llegan de una manera precipitada. La jubilación anticipada que se nos dejó caer en Cars 3 parece hacer eco en esta Toy Story 4. Pixar parece tener prisa por contar cosas, y probablemente también empujada por el tremendo pelotazo que fue Toy Story 3, esta cuarta entrega derrapa y se sale de frenada dejando un mensaje con el que no empatizo en ningún momento, y que viene a ser muy afín a la tercera parte pero desde otra perspectiva.

Tampoco quedé contento con el cambio de escenario, que deja en un cajón a la mayoría de los personajes más carismáticos de la saga. No les culpo, hay tantos que es difícil mantener en pantalla tanto personaje sin que unos pisen a los otros, pero es fácil que alguno de tus favoritos quede defenestrado tras aparecer en una introducción creada para cumplir con el cupo. El nuevo reparto de personajes en cambio es irregular, con algunos aceptablemente graciosos y otros que no gustan tanto. Es el caso de la protagonista que acompaña a Woody.

Una película muy personal sujeta a demasiadas variables. No es mala, pero para mí fue una decepción y una sensación, de nuevo, de que a Pixar se le va un poco la mano.