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davilochi rating:
10
7.5
3,817
Drama
Alexander, writer Greek habitant of Tesalónica, has some days of life and it faces the dilemma of dying as a stranger to itself, or to learn how to love, to commit and to be expressed with people that is he near. After opting for second way, Alexander reads Anna's letters, its wife deceased, and closes its house in the beach. In Salónica, a rainy day, finds the first person that offers him an opportunity to complete he desire of life: ... [+]
Language of the review:
- es
February 3, 2010
70 of 79 users found this review helpful
Para todo aquel con un poco de sensibilidad, una mínima capacidad para la empatía y una cierta capacidad introspectiva puntuar con un diez esta película resultará inevitable por muy variadas razones. El visionado de esta película me ha obligado a mí mismo a prometer esmerarme en la redacción de esta crítica, creo que es lo menos dado el apego que siento hacia la pequeña gran comunidad que configuramos y las sensaciones que ha despertado en mí este hermoso film de Angelopoulos.
Desde el mismo comienzo el director lleva a cabo un despliegue de lirismo apabullante (creo que es la película más equilibrada de Angelopoulos que he visto): una banda sonora hermosa y delicada que se une a un esmerado tratamiento de la fotografía y los planos largos; un montaje que pronto se descubre como una verdadera maravilla. Esto ya es con todo derecho un clásico, porque llega con facilidad a lo más profundo del alma y combina un genial guión con un trabajo técnico increíble (hay que ver las simetrías como están trabajadas, no había visto algo igual desde Visconti). Es una obra maestra con todas las letras.
A partir de aquí hago un análisis crítico del argumento que seguirá en el spoiler:
El lugar donde transcurren las imágenes del pasado (la casa de playa) simboliza la memoria individual y la pérdida de ésta en la infinidad de pequeños universos microscópicos (realidades individuales) que componen el universo macroscópico. La destrucción de la casa de playa encargada por su hija y el marido de ésta no significa más que el choque generacional, la rotura del legado oral-familiar y el fin de la propia vida de Alexandre (el protagonista) y de sus oportunidades para hacer algo diferente con su vida. Trata de darnos una idea de la fugacidad de las vidas y de lo que éstas traen consigo.
En el filme podemos ver (paralelamente) una crítica a las mafias que se sirven de los seres humanos como mercancía para la explotación, en este caso niños. En cierto modo representa una cierta crítica a la sociedad occidental que da la espalda a estas realidades (el comportamiento de Alexandre es un reflejo de la hipocresía de ésta porque, en cierta manera, está tratando de ayudar al niño para redimirse a sí mismo dado su sentimiento de culpabilidad).
El director, como siempre, no perdona referencias a la Historia y la memoria de Grecia. Nos presenta al poeta comprador de palabras allá por el siglo XIX, mientras los griegos trataban de liberarse del yugo otomano, como un símbolo claro de que uno no es por necesidad de allá donde nace o allí donde sus raíces lo llevan; la identidad, misma esencia de la vida, no es algo que pueda ser comprado. Uno tiene que estar dentro del mundo en que vive para no ser allá donde está un extranjero, lo cual significa interactuar de un modo directo con los elementos que lo componen y le rodean.
Desde el mismo comienzo el director lleva a cabo un despliegue de lirismo apabullante (creo que es la película más equilibrada de Angelopoulos que he visto): una banda sonora hermosa y delicada que se une a un esmerado tratamiento de la fotografía y los planos largos; un montaje que pronto se descubre como una verdadera maravilla. Esto ya es con todo derecho un clásico, porque llega con facilidad a lo más profundo del alma y combina un genial guión con un trabajo técnico increíble (hay que ver las simetrías como están trabajadas, no había visto algo igual desde Visconti). Es una obra maestra con todas las letras.
A partir de aquí hago un análisis crítico del argumento que seguirá en el spoiler:
El lugar donde transcurren las imágenes del pasado (la casa de playa) simboliza la memoria individual y la pérdida de ésta en la infinidad de pequeños universos microscópicos (realidades individuales) que componen el universo macroscópico. La destrucción de la casa de playa encargada por su hija y el marido de ésta no significa más que el choque generacional, la rotura del legado oral-familiar y el fin de la propia vida de Alexandre (el protagonista) y de sus oportunidades para hacer algo diferente con su vida. Trata de darnos una idea de la fugacidad de las vidas y de lo que éstas traen consigo.
En el filme podemos ver (paralelamente) una crítica a las mafias que se sirven de los seres humanos como mercancía para la explotación, en este caso niños. En cierto modo representa una cierta crítica a la sociedad occidental que da la espalda a estas realidades (el comportamiento de Alexandre es un reflejo de la hipocresía de ésta porque, en cierta manera, está tratando de ayudar al niño para redimirse a sí mismo dado su sentimiento de culpabilidad).
El director, como siempre, no perdona referencias a la Historia y la memoria de Grecia. Nos presenta al poeta comprador de palabras allá por el siglo XIX, mientras los griegos trataban de liberarse del yugo otomano, como un símbolo claro de que uno no es por necesidad de allá donde nace o allí donde sus raíces lo llevan; la identidad, misma esencia de la vida, no es algo que pueda ser comprado. Uno tiene que estar dentro del mundo en que vive para no ser allá donde está un extranjero, lo cual significa interactuar de un modo directo con los elementos que lo componen y le rodean.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
El pequeño inmigrante albanés le propone la misma idea, venderle palabras. Sin embargo éstas proceden de su propia realidad, de su propia existencia cotidiana (como ser que sí interactua con su entorno, por eso le faltaron las palabras a Alexandre para acabar su poema, porque no las sentía, no las vivía y el lenguaje es algo vivo que cobra sentido al ser utilizado entre seres humanos) y curiosamente encajan en estos últimos momentos de lucidez del escritor condenado. A través del pequeño albanés cobra conciencia de su realidad, de su vida, y viaja al pasado en busca de sí mismo encontrando exactamente lo que fue. Es un viaje de catarsis el que realiza a lo largo de la película. La escritura había hecho que nunca fuera capaz de vivir su propia vida condenándose a vivir a través de su pluma y de las palabras de sus libros. Él fue un verdadero extranjero en su propia vida.
El título es, de este modo, propicio porque la vida y el mañana que parecían una eternidad se han convertido en un día. La eterna oportunidad de Alexandre por hacer algo de sí mismo para con los suyos ha pasado, "es demasiado tarde". En un sólo día tiene que reencontrarse con el yo que pudo ser y no fue. De ahí que el encuentro con su madre sea especialmente duro, ya que ella vivió única y exclusivamente por y para su marido, de modo que se negó a sí misma disfrutar de las alegrías del presente; es entonces cuando Alexandre se pregunta "¿Porqué nada salió como habíamos planeado?... ¿Porqué hace falta que uno se pudra entre el dolor y el deseo?... ¿Porqué viví mi vida en el exilio?".
Sin embargo observamos que una débil flor surge como esperanza ante la adversidad y la desesperación de esos últimos momentos, y es el niño albanés, quien ofrece a Alexandre la posibilidad de tratar de enmendar sus errores en éste. El niño es el símbolo de la continuidad de la vida ya que éste es un ser con todas las puertas abiertas. Ambos tienen miedo: uno porque está empezando a vivir y el otro porque va a dejar de hacerlo sumido en una guerra interior y sin esperanza. Un sólo instante en el autobús muestra la potente pulsión de la vida como un movimiento inquebrantable e imparable que no cesará a la muerte de Alexandre. Todo seguirá: la pasión, el amor, las luchas, las protestas... Una sola vida es algo insignificante en la inmensidad del universo, pero para su poseedor es lo único verdaderamente importante porque es a partir de ésta como puede tener la capacidad de influenciar de alguna manera sobre el conjunto global. La vida individual es el vínculo con el cosmos en constante movimiento.
Para acabar queda la imagen del coche parado en el semáforo durante horas mientras el resto de vehículos pasan a su alrededor. El viaje de Alexandre ha terminado ahí tras haber dejado al niño partiendo en un barco hacia algún puerto del Mediterráneo. Todos prosiguen su camino, porque la vida no es más que eso: el eterno discurrir de diferentes caminos que vienen y van, que se cruzan y se separan.
El título es, de este modo, propicio porque la vida y el mañana que parecían una eternidad se han convertido en un día. La eterna oportunidad de Alexandre por hacer algo de sí mismo para con los suyos ha pasado, "es demasiado tarde". En un sólo día tiene que reencontrarse con el yo que pudo ser y no fue. De ahí que el encuentro con su madre sea especialmente duro, ya que ella vivió única y exclusivamente por y para su marido, de modo que se negó a sí misma disfrutar de las alegrías del presente; es entonces cuando Alexandre se pregunta "¿Porqué nada salió como habíamos planeado?... ¿Porqué hace falta que uno se pudra entre el dolor y el deseo?... ¿Porqué viví mi vida en el exilio?".
Sin embargo observamos que una débil flor surge como esperanza ante la adversidad y la desesperación de esos últimos momentos, y es el niño albanés, quien ofrece a Alexandre la posibilidad de tratar de enmendar sus errores en éste. El niño es el símbolo de la continuidad de la vida ya que éste es un ser con todas las puertas abiertas. Ambos tienen miedo: uno porque está empezando a vivir y el otro porque va a dejar de hacerlo sumido en una guerra interior y sin esperanza. Un sólo instante en el autobús muestra la potente pulsión de la vida como un movimiento inquebrantable e imparable que no cesará a la muerte de Alexandre. Todo seguirá: la pasión, el amor, las luchas, las protestas... Una sola vida es algo insignificante en la inmensidad del universo, pero para su poseedor es lo único verdaderamente importante porque es a partir de ésta como puede tener la capacidad de influenciar de alguna manera sobre el conjunto global. La vida individual es el vínculo con el cosmos en constante movimiento.
Para acabar queda la imagen del coche parado en el semáforo durante horas mientras el resto de vehículos pasan a su alrededor. El viaje de Alexandre ha terminado ahí tras haber dejado al niño partiendo en un barco hacia algún puerto del Mediterráneo. Todos prosiguen su camino, porque la vida no es más que eso: el eterno discurrir de diferentes caminos que vienen y van, que se cruzan y se separan.