Nos venden, en un principio, un documental ya editado en un marco que le agrega verosimilitud a la película. Un exorcista llamado Cotton Marcus que dice no creer en el trabajo que realiza, tiene como único objetivo a través de diferentes estrategias de engaño hacer un trabajo creíble para poder mantener a su familia con el dinero ganado.
Muy buenas actuaciones nos meten de lleno en una trama completamente realista. Lo que se busca hacer con el engañoso exorcista es crear el realismo necesario para meternos en una inexistente credibilidad cuando se encuentra con Nell el caso,esta vez, verdadero de una niña poseída por un demonio en el supersticioso estado de Louisiana.
Nos encontramos entonces con una bella niña que permaneció aislada por mucho tiempo y con una extraña sobre actuación de bondad que con asombrosas escenas es poseída por el demonio.
Los movimientos de cámara, la voz en off, la imagen fuera de foco. Todos trucos normales ya conocidos, creíbles de una cámara y un documental real en la ficción de la película. Pero... ¿De adonde salían esos estruendosos ruidos que lograban que salte de la butaca?.
Esta película me dejó con un montón de preguntas sin responder.
Un final que realmente destaco porque se pudo lograr un desenlace que no tuvo nada que ver con el resto de la película, por primera vez, pero que si la ves de nuevo ya sabiendo el final puede que no te sorprenda.
Pareciera que, como el protagonista, la película intenta encubrir un fraude con sobresaltos estúpidos, con incoherencias y con buenas actuaciones.
Pasable.