En 1992 Sam Raimi sorprendió a medio mundo con la tercera parte de la saga “Evil Dead”. Lo que había empezado como una explosiva renovación del género de terror acababa por convertirse con esta última entrega en una comedia donde los excesos de casquería y bolsas de ketchup daban paso a un Bruce Campbell desenfrenado haciendo de héroe del futuro en plena Edad Media.

Es imposible considerarla una película de terror, principalmente porque no pretende serlo. Algo que se ve a las claras a pesar de los sustos que de vez en cuando recuerdan al espectador que éste es un producto de Raimi.
Siguiendo el camino abierto por “Terroríficamente muertos”, el director estadounidense prefiere introducir chascarrillos cómicos en una cinta que parece que no se tome en serio en ningún momento. Los tópicos abundan y se mezclan en una historia increíble que esta narrada con simpatía y buen humor y donde Bruce Campbell es dueño y señor de la pantalla. La violencia explícita que removía estómagos en sus anteriores entregas prácticamente no hace acto de presencia y es sustituida por unos efectos especiales mucho menos ambiciosos, completamente artesanales y cuya estridente artificialidad no desentonan en absoluto con el carácter general de la película.

Recomiendo ir prevenido antes de verla, pues el que busque terror se sentirá tremendamente defraudado y le parecerá un ultraje titular un film como éste “Evid Dead 3”. El que simplemente quiera divertirse viendo como el bueno de Ash le parte el cráneo a un par de esqueletos en un castillo de la Edad Media y además sepa abstraerse de los numerosos anacronismos y demás fallos de guión, sin duda ésta es la película que está buscando.