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10
8.3
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War. Drama
The protagonist is the pacifistic Kaji. Strong-armed into the Japanese military during World War II, Kaji has reluctantly learned to kill on the battlefields. Upon his country's surrender, Kaji and some comrades embark on an epic journey on foot southward to where Kaji hopes to rejoin Michiko. After surviving many perils he is captured by the Red Army and subjected to treatment that echoes that meted out to the Chinese.
Language of the review:
- es
September 24, 2014
8 of 8 users found this review helpful
No deja de resultar paradójico que el grandísimo director nipón Masaka Kobayashi permanezca casi totalmente oculto entre los comunmente afamados directores japoneses considerados clásicos. Eclipsado no solo por la omnipresente obra del siempre alabado Kurosawa si no también por otros nombres ampliamente reconocidos en el mundo cinéfilo tales como Ozu o Mizoguchi no resultaría excesivo declarar que su filmografía no solamente raya a su misma altura si no que la supera con creces especialmente con esta su trilogía de La Condicion Humana, una obra apabullante de una fuerza y riqueza casi inabarcables.
Kobayashi despliega en La Condición Humana más de nueve horas de cine auténtico, comprometido, poderoso, bellísimo, humanista, desgarrador, realista, poético, crudo, incisivo, antibelicista y profundamente romántico a través de una historia de amor imperecedera la de Kaji y Michiko que aún siendo entrecortada, sesgada o destruida por los avatares implacables de la guerra moverá cada una de las acciones de ambos hasta las puertas mismas de la muerte.
En 1943 en una aldea de Manchuria región China ocupada por los japoneses desde 1932 viven su romance Kaji y Michiko bajo la constante amenaza de que este sea llamado a filas para combatir de lado japonés en la Segunda Guerra Mundial que se extiende por el Pacífico. De ideas revolucionarias en su manera de entender la organización y el trato que se le debe dar a todo trabajador, sus superiores le dan la oportunidad de aplicar sus métodos en una vasta e inhóspita mina de carbón cuya mano de obra son prisioneros chinos que malviven y son explotados ajenos a todo derecho y atisbo de libertad, La posibilidad de aceptar este trabajo eximiría a Kaji de sus deberes militares, quedando aplazada de manera indefinida su incorporación como soldado al creciente conflicto bélico en el que Japón está inmerso.
En dicha mina trascurre la primera parte de la trilogía chocando los métodos y los ideales siempre humanistas de Kaji con el carácter autoritario, represor y violento de los dirigentes de la explotación. Además se alza la voz de Kaji de manera continuada en el desierto pues la mano de obra china lo ve desde el prisma de la desconfianza siendo situado a menudo por ellos al nivel de todo japonés, es decir es visto como un enemigo más.
Como ocurre a lo largo de toda la trilogía Kobayashi entrelaza en el argumento principal varias historias secundarias que se amoldan de manera perfecta al grueso del relato configurando una amalgama de situaciones y personajes realmente conmovedoras e impactantes, destacando en esta primera parte la historia de amor que surge entre una prostituta y uno de los prisioneros, solo un ejemplo de lo bien que están tratados por Kobayashi los sentimientos y las relaciones humanas.
El alto sentido de la justicia mueve los actos de Kaji y el refugio en el calor y amor verdadero de Michiko aminora los sinsabores y decepciones que se derivan de su proceder, pero el orden, la disciplina y la defensa del status quo se interpondrán entre ambos y Kaji será relegado de sus funciones y más aún enviado a la guerra muy lejos de su amada, iniciándose entonces la segunda parte de la trilogía.
La instrucción de Kaji como soldado constituye el primer bloque de esta segunda parte, adentrándose Kobayashi así en los entresijos de la estructura de un ejército japonés altamente estricto, deshumanizado y jerarquizado donde las vejaciones y el maltrato son frecuentes incluso entre los propios soldados. Cabe destacar las fragantes similitudes de este segmento de La Condición Humana con el de la instrucción mostrada por Kubrick en La Chaqueta Metálica, algunas estructuras argumentales son estrictamente similares constituyendo una adaptación que muchas voces han tildado de plagio, hecho que solo con los años ha llegado a ser ampliamente conocido en el mundillo cinéfilo pasando prácticamente inadvertida la palpable semejanza entre ambos films cuando Kubrick estrenó su película en 1987.
La habilidad de Kobayashi para seguir pincelando la historia de amor entre Kaji y Michiko alcanza aquí uno de sus puntos álgidos en el fragmento en el que Michiko se presenta en el cuartel en busca de noticias y se le es concedida el pasar una noche a solas con su esposo. Dicha oportunidad será aprovechada por los amantes hasta el último aliento siendo el encuentro entre ambos tan hermoso como melancólico y sutil conocedores de que al amanecer una guerra casi infranqueable volvería a separarlos.
En el segundo bloque de esta segunda parte Kaji y su batallón son finalmente enviados al frente teniendo que entrar en combate con la avanzadilla implacable del ejército ruso que asola todo a su paso con sus tanques destructores. Kaji se encontrará aquí con la cara más despiadada y mortífera de la guerra, asistiendo impotente a la muerte de sus compañeros soldados y aferrándose a un instinto de supervivencia en el que siempre revolotea la sombra de Michiko. Además Kaji sentirá en su alma el dolor y la culpa de matar a otro ser humano lo que revertirá en el que será desde entonces su único propósito, regresar a casa en brazos de Michiko aunque sea tal vez y para siempre un hombre cambiado, un hombre manchado en sangre.
Kobayashi despliega en La Condición Humana más de nueve horas de cine auténtico, comprometido, poderoso, bellísimo, humanista, desgarrador, realista, poético, crudo, incisivo, antibelicista y profundamente romántico a través de una historia de amor imperecedera la de Kaji y Michiko que aún siendo entrecortada, sesgada o destruida por los avatares implacables de la guerra moverá cada una de las acciones de ambos hasta las puertas mismas de la muerte.
En 1943 en una aldea de Manchuria región China ocupada por los japoneses desde 1932 viven su romance Kaji y Michiko bajo la constante amenaza de que este sea llamado a filas para combatir de lado japonés en la Segunda Guerra Mundial que se extiende por el Pacífico. De ideas revolucionarias en su manera de entender la organización y el trato que se le debe dar a todo trabajador, sus superiores le dan la oportunidad de aplicar sus métodos en una vasta e inhóspita mina de carbón cuya mano de obra son prisioneros chinos que malviven y son explotados ajenos a todo derecho y atisbo de libertad, La posibilidad de aceptar este trabajo eximiría a Kaji de sus deberes militares, quedando aplazada de manera indefinida su incorporación como soldado al creciente conflicto bélico en el que Japón está inmerso.
En dicha mina trascurre la primera parte de la trilogía chocando los métodos y los ideales siempre humanistas de Kaji con el carácter autoritario, represor y violento de los dirigentes de la explotación. Además se alza la voz de Kaji de manera continuada en el desierto pues la mano de obra china lo ve desde el prisma de la desconfianza siendo situado a menudo por ellos al nivel de todo japonés, es decir es visto como un enemigo más.
Como ocurre a lo largo de toda la trilogía Kobayashi entrelaza en el argumento principal varias historias secundarias que se amoldan de manera perfecta al grueso del relato configurando una amalgama de situaciones y personajes realmente conmovedoras e impactantes, destacando en esta primera parte la historia de amor que surge entre una prostituta y uno de los prisioneros, solo un ejemplo de lo bien que están tratados por Kobayashi los sentimientos y las relaciones humanas.
El alto sentido de la justicia mueve los actos de Kaji y el refugio en el calor y amor verdadero de Michiko aminora los sinsabores y decepciones que se derivan de su proceder, pero el orden, la disciplina y la defensa del status quo se interpondrán entre ambos y Kaji será relegado de sus funciones y más aún enviado a la guerra muy lejos de su amada, iniciándose entonces la segunda parte de la trilogía.
La instrucción de Kaji como soldado constituye el primer bloque de esta segunda parte, adentrándose Kobayashi así en los entresijos de la estructura de un ejército japonés altamente estricto, deshumanizado y jerarquizado donde las vejaciones y el maltrato son frecuentes incluso entre los propios soldados. Cabe destacar las fragantes similitudes de este segmento de La Condición Humana con el de la instrucción mostrada por Kubrick en La Chaqueta Metálica, algunas estructuras argumentales son estrictamente similares constituyendo una adaptación que muchas voces han tildado de plagio, hecho que solo con los años ha llegado a ser ampliamente conocido en el mundillo cinéfilo pasando prácticamente inadvertida la palpable semejanza entre ambos films cuando Kubrick estrenó su película en 1987.
La habilidad de Kobayashi para seguir pincelando la historia de amor entre Kaji y Michiko alcanza aquí uno de sus puntos álgidos en el fragmento en el que Michiko se presenta en el cuartel en busca de noticias y se le es concedida el pasar una noche a solas con su esposo. Dicha oportunidad será aprovechada por los amantes hasta el último aliento siendo el encuentro entre ambos tan hermoso como melancólico y sutil conocedores de que al amanecer una guerra casi infranqueable volvería a separarlos.
En el segundo bloque de esta segunda parte Kaji y su batallón son finalmente enviados al frente teniendo que entrar en combate con la avanzadilla implacable del ejército ruso que asola todo a su paso con sus tanques destructores. Kaji se encontrará aquí con la cara más despiadada y mortífera de la guerra, asistiendo impotente a la muerte de sus compañeros soldados y aferrándose a un instinto de supervivencia en el que siempre revolotea la sombra de Michiko. Además Kaji sentirá en su alma el dolor y la culpa de matar a otro ser humano lo que revertirá en el que será desde entonces su único propósito, regresar a casa en brazos de Michiko aunque sea tal vez y para siempre un hombre cambiado, un hombre manchado en sangre.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Totalmente ajeno ya a valores como el patriotismo o el supuesto deber que todo soldado debe mostrar hasta el final hacia su ejército Kaji comienza su desesperada y tortuosa vuelta a casa en una tercera parte que presenta una guerra ampliamente desubicada en donde el enemigo puede estar en cualquier lugar. Se muestra aquí a un Kaji imbatible y a una Michiko solo presente en su mente a través del recuerdo y de la esperanza de poder regresar a su lado. Sin embargo la hostilidad de un territorio devastado por la guerra donde además los japoneses son los vencidos, siendo asediados y repudiados los supervivientes tanto por el ejército ruso como por la población china, hacen totalmente imposible que Kaji pueda establecer un mínimo plan de ruta con seguridad cayendo finalmente prisionero a manos de los rusos, que enviarán a Kaji a uno de sus temibles campos de trabajo.
Se abre así el último tramo de La Condición Humana mostrando las durísimas condiciones a las que habrá de adaptarse Kaji durante su estancia en el campo. Aún conservando primeramente sus convicciones y su siempre palpante humanismo, el devenir de lo experimentado entre los límites del campo terminará finalmente por minar su paciencia y probablemente su fe ciega en el ser humano.
Solo por la fuerza de su amor a Michiko conseguirá escapar de allí y vagará demente hasta el límite de sus fuerzas gritando desesperadamente su nombre en un final estremecedor y escalofriante uno de los más aterradoramente bellos de la historia del cine, que resume con toda su potencia y simbolismo en una última imagen todo lo visto anteriormente a lo largo de la trilogía, la dicotomía del amor y la muerte fundiéndose para siempre en la inmensidad de la eternidad.
https://corazonesenelprecipicio.blogspot.com
Se abre así el último tramo de La Condición Humana mostrando las durísimas condiciones a las que habrá de adaptarse Kaji durante su estancia en el campo. Aún conservando primeramente sus convicciones y su siempre palpante humanismo, el devenir de lo experimentado entre los límites del campo terminará finalmente por minar su paciencia y probablemente su fe ciega en el ser humano.
Solo por la fuerza de su amor a Michiko conseguirá escapar de allí y vagará demente hasta el límite de sus fuerzas gritando desesperadamente su nombre en un final estremecedor y escalofriante uno de los más aterradoramente bellos de la historia del cine, que resume con toda su potencia y simbolismo en una última imagen todo lo visto anteriormente a lo largo de la trilogía, la dicotomía del amor y la muerte fundiéndose para siempre en la inmensidad de la eternidad.
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