Puede que este corto sea otra rayada de Kenneth Anger a las que nos tiene acostumbrados (he votado con mucha menos nota a veces a Anger), pero ésta es una rayada que por momentos contiene planos fascinantes. Iba a decir escenas fascinantes, pero eso, llegado el caso, sería para la película de la que parece ser provienen estos apenas seis minutos de celuloide. Comienza en plan experimental y acaba casi igual, como es habitual en Anger, pero hay dos elementos que juegan muy en su favor: una es la música, rara avis poner esta banda sonora en 1949, acostumbrados a una música folk o directamente ñoña en USA; y el otro factor determinante para mi seis es el color, rodado como en super 8, a mitad de camino entre David Lynch, John Waters o Almodóvar. En realidad la cosa parece filmada por Lynch, fotografiado por Waters y guionizado por un enamorado de las actrices míticas como es Almodóvar, porque eso parece ser lo que se cuenta, los días ya no tan dorados de una antigua estrella del cine, mudo tal vez, como la cinta, sin diálogos, y con esa banda sonora, esa luz, ese grano.

La pena no ver la película entera, ojo, para ponerle más o para ponerle menos nota.