Entretenida, bien actuada, dirigida y con un guion sólido que hace que esos 110 minutos de duración pasen volando. Esta sería una síntesis de un film que marcó una época en el cine argentino realizando un policial con tintes cómicos no muy común por estos lares. La trama se desarrolla alrededor de un policía al que por un problema familiar le asignan un siquiatra para que lo acompañe y de esta manera pueda ir recuperándose de su trauma. Juntos irán, sin quererlo, investigando una desaparición de dos personas que trabajaban en una fábrica de armas y poco a poco comenzarán a desenmascarar una operación de corrupción que llegará a las altas esferas de las fuerzas de seguridad. Dentro de las actuaciones Luque y Peretti no solo trabajan correctamente sino que se complementan de igual manera logrando una química fundamental para el resultado del film, también los secundarios aportan lo suyo para redondear una película totalmente recomendable. Para ver.