No hay muchas pelis que traten sobre el turismo sexual femenino. En todo caso lo que es seguro es que difícil será encontrar una tan directa, explícita y cruel. Una mujer austriaca en plena cincuentena se embarca rumbo a Kenia para pasar unos días de feliz asueto. En un repugnante resort para turistas, el primer elemento decadente de los muchos que vendrán, donde los lugareños tienen restringido el acceso y han de mirar desde la playa acordonada, por la mañana puedes ponerte cangreja y luego, a las puertas, conseguirte un hombretón para darte un revolcón. Es muy revelador la diferencia de códigos respecto al turismo sexual masculino, mucho más obvio, estando estas señoras más por un romance forzado, ilusorio y conscientemente ficticio que conlleva, no obstante, el mismo final: sexo y contraprestación. Pero como al parecer hay muchas señoras que eso de pagar directamente por sexo les parece denigrante, pues los muchachos negros crean una estructura de excusas y circunloquios falsamente altruistas para abonar los servicios: dinero para un pariente enfermo, escuelas, hospitales, etc. El drama despunta cuando la protagonista no comprende el juego y se pasa en el autoengaño, traspasando la línea de lo lúdico a lo real. Debido a su voluntad de proximidad la peli puede resultar impactante, señoras masturbándo a jóvenes, explotación sexual evidente y confrontación bestial entre el norte egoísta y el Africa desposeída. Quizás a más de uno resulta estomagante y demasiado incómoda. Entiendo que esa es el objeto de esta ruda película, aunque comprendo perfectamente a quién prefiera una visión más artística y menos "gore" del tema.