El lobo de Wall Street es una película insólita por varios aspectos:
- Su uso del sexo.
- Su uso de lenguaje soez.
- Sus diálogos, interpretaciones y momentos desternillantes y humillantes (por qué no decirlo).
- Su larga duración.

Estos factores pueden provocar división de opiniones y diversidad de notas (aunque por lo visto, le está yendo merecidamente bien). Pero de lo que no hay dudas es que esa libertad para rodar la película le ha permitido a Scorsese y a DiCaprio dar rienda suelta a los excesos esperpénticos (y reales, por increíble que parezca) que la historia tiene y debe plasmar, sin ningún tipo de comercialidad ni siendo complacientes para gustar a todos.

No obstante, se gana el respeto y hasta el cariño del espectador con la narración, ya que te engancha y te mete en la trama desde el principio, haciendo que vivas cada momento (o bien rompiéndote de risa, o bien en tensión por si le pillan antes o después). Ya sabes como va a acabar, pero los sucesivos puntazos y una gran dirección de personajes hacen esto posible.

El ritmo está bien. No es que tampoco sea frenético, pues las tres horas se pasan bien aunque también se notan por varios momentos. Puede que incluso pueda sobrarle algún que otro instante. Aunque yo considero que el viaje es un auténtico placer y que incluso lo dejaría tal cual. Debe ser vista y experimentada tal cual.

Es una película para ver en el cine, para pasralo bien y para disfrutar a base de bien. Un exceso brillante.