July 9, 2014
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La industria del entretenimiento – show business – ha tratado durante años crear una imagen, una forma de ver las cosas, lo que podríamos denominar incluso de introducir unos “memes”, repitiendo una y otra vez hasta que sea verdad, que todo aquel que comparta documentos es un “pirata”, es un delincuente. Y por ello ha de ser no solo condenado sino criminalizado.
Pero, ¿que ocurre si una entidad privada comercializa información publica (lo que es ilegal) facturando millones de dólares por ello, y aun por encima está respaldada por el Gobierno?
El joven informático, descarga unos documentos en el transcurso de su investigación sobre dicha empresa, mientras sin saberlo estaba siendo monitorizado y a partir de ahí cae en las entrañas del FBI, al haber transgredido la ley.
Es una historia que de alguna manera ya conocemos. Conocemos a los protagonistas, el antihéroe, los malos malísimos, el móvil (money always), la sórdida burocracia y el siempre intento de dar ejemplo de su poder ante todo aquel que atente la ley (especialmente si ésta afecta al estado e intereses capitalistas con empresas con el suficiente dinero para poder hacer lobby).
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