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Paco Ortega rating:
9
Drama The story is set in 1907 Uppsala, Sweden, and deals with a young boy named Alexander, his sister Fanny, and their well-to-do family, the Ekdahls. The siblings' parents are both involved in theater and are happily married until the father's sudden death. Shortly thereafter, the mother mistakenly marries a conservative church leader, and their lives change forever.
Language of the review:
  • es
December 13, 2008
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"Fanny y Alexander" (1982) es, al menos por cuatro razones, una obra maestra.

En primer lugar está la dirección del propio Ingmar Bergman. En ella recoge toda la sabiduría acumulada a lo largo de toda una vida dedicada al cine y al teatro. Aquí nos cuenta además una historia salpicada de elementos autobiográficos, con la que se siente extraordinariamente comprometido y que es también, tal vez, un resumen de sus obsesiones personales. Obsesiones que han llenado horas y horas de extraordinario cine, desde “Crisis” (1942), a "De la vida de las marionetas" (1980), pasando por “La sed” (1949), “Fresas salvajes” (1957), “El manantial de la doncella” (1960), “Gritos y susurros” (1972), y tantas otras obras maestras.

Bergman dirige admirablemente a los actores, selecciona con precisión de orfebre los tiempos, los encuadres, todos los elementos de una puesta en escena brillante y teatral, en el mejor sentido de la palabra, para describirnos el contexto de una familia sueca y el interior sicológico de los personajes complejos que la integran.

La segunda razón es el propio guión. La película dedica un tiempo necesario a presentarnos con precisión a esos personajes. Parece que apenas hay acción propiamente dicha, hasta que, en un segundo momento, la muerte de uno de ellos y la aparición de uno nuevo, representación de la intolerancia y el fanatismo religioso, hace que se desencadenan una serie de acontecimientos que consiguen que la tensión, la emoción y el interés argumental vayan en aumento. Una vez logrado este propósito, la película de una tercera vuelta de tuerca, y nos introduce abiertamente en un mundo con unos contornos menos definidos que el de la realidad. Ahí ya son posibles las cohabitaciones entre la realidad y los sueños, los vivos y los muertos, el presente y el pasado, los recuerdos y el futuro. Es aquí donde se expresa con nítida claridad la admiración de Bergman por la obra del dramaturgo sueco Strindberg, de quien recoge al final de la película un fragmento de su obra "El sueño".

La tercera razón es el trabajo extraordinario de Sven Nykvist, habitual colaborador de Bergman, creando la fotografía de la película y manejando la cámara con una sutileza y una maestría fuera de lo común. Precisamente por su trabajo mereció uno de los cuatro Oscar que ganó la película en 1983.

Encontramos la cuarta razón en la magnífica labor de unos actores excelentes con muchos de los cuales el director sueco había trabajado con anterioridad. Se nota esa relación: conocen las claves del genio, hacen exactamente lo que éste les pide. Sería difícil destacar a algunos porque el conjunto interpretativo está empastado, es coherente y armónico, pero, sin duda, esta película es lo que es también por la participación de unos niños con un talento natural fuera de lo corriente: Ewa Froeling, interpretando a Fanny, y Gunn Walgren, encarnando a Alexander, el niño que nos presta sus ojos para adentrarnos en ese extraordinario universo cinematográfico.
Paco Ortega
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