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Spain Spain · Cines Astoria Alicante
Bloomsday rating:
8
Drama. Comedy In the 30s, a low middle-class family composed of the father (Tatsuo Saito), the mother (Mitsuko Yoshikawa) and two little sons (Hideo Sugawara and Tomio Aoki) has just moved to a suburb of Tokyo. The two brothers have some sort of adaptation problem with the kids in their neighborhood, but they feel protected with their beloved father, and they become leaders of the gang. Their father is a clerk in an office, and his director lives in ... [+]
Language of the review:
  • es
May 10, 2009
45 of 48 users found this review helpful
Que no perro.

Pirámide social, desfile en lontananza de niños y adultos entre órdenes y jerarquías consustanciales a esa condición humana que se ve asomar al fondo, saludando a una cámara menos estática de lo habitual en Ozu. Y todo medio en broma. Otra muesca de vida y tiempo del director japonés. Sentarte tranquilo a ver su cine, ¡qué importante es! Más importante que ser importante, deduzco yo aunque a nadie le importe.

Paralelismos para enfrentar similitudes entre dos mundos: niños por un lado, y éxito o fracaso profesional, ya de adultos. La fuerza embrutecida y el dinero; la amenaza y el aspaviento. Yin y Yang. Coca-Cola y Pepsi. El día a día es una jungla amable.

La película avanza mostrando una correlación de ritos, adultos e infantiles, que definen formas atávicas de relación y mando. Comerse un huevo para ser más fuerte; ceremonia social de adulación al jefe para que el nepotismo te favorezca. Ritos iguales en edades distintas. Pegar dos hostias con los zoris de madera para ganarse miedos o hacer el bufón para granjearse afectos. Los niños aún reparten con armas de inocencia de bragueta abierta mientras el padre se encoge dentro de su chaleco chupatintas. Pero no es el padre el culpable. El culpable es el tiempo, así que no me carguen contra el progenitor en favor de las rebeldías de sus hijos, amigos cinéfilos, que en su “fracaso” pace la familia. Así lo pide Ozu comprendiendo a ese oficinista y su botella. No es que lo diga yo. A los niños ya les tocará pringar… Cuando les toque. Y sin embargo… han nacido.

Todo esto está rematado por el realizador con un pie en el desenfado, sobre todo por la fisicidad de los hermanos protagonistas (que ensayaría también en otras ocasiones), y otro en cierta solemnidad con ribetes de advertencia. Fuerzas entrelazadas -comedia-drama; niño-adulto- consagradas a un metraje carente de estridencias, ambivalente en su condición de pálpito, que no reflexión, vital.

Y así se deja descubrir, porque se deja, no se atrapa, el cine de Ozu como las tiras de fotogramas que tanto importan en esta trama. El cine como testigo casual, azaroso casi, de algo que podríamos llamar “verdad” -si tal cosa existiera-, mostrada con la fuerza impávida de la confidencia reveladora, como un soplo de ceremonia doméstica y cotidiana. Un cine que se mete en los resquicios del respirar contando cosas de las que, dándolas por sabidas, no solemos acordarnos.

Buenos días (Ozu-1959) a tod@s.
Bloomsday
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