Average rating
5.6
Ratings
5,759
Reviews
367
Lists
72
Movie recommendations
- Ratings by category
- Contact
- Social Networks
-
Share his/her profile
Bloomsday rating:
8
7.3
2,794
Drama. Horror
When 'Vogler's Magnetic Health Theater' comes to town, there's bound to be a spectacle. Reading reports of a variety of supernatural disturbances at Vogler's prior performances abroad, the leading townspeople (including the police chief and medical examiner) request that their troupe provide them a sample of their act, before allowing them public audiences. The scientific-minded disbelievers try to expose them as charlatans, but Vogler ... [+]
Language of the review:
- es
September 30, 2005
73 of 81 users found this review helpful
En esta cinta, Ingmar Bergman se recrea en algunas de sus obsesiones: el misticismo y lo inmaterial vs. el racionalismo y escepticismo (la ciencia, en definitiva). Evidentemente, están también las archisabidas referencias a la muerte, los bajos instintos y la búsqueda de refugio en esos ¿artificios? místicos a los que recurrimos ante la desesperación de la extinción de la propia existencia. Todo confluye en un final extraño, cercano al género de terror (acertada la vinculación entre esta película y Edgar A. Poe; su desenlace parece sacado de uno de sus relatos).
Los temas, por tanto, son variopintos. Los sucesivos encuentros de los personajes (todos aportan algo) sirven para que se vayan planteando cuestiones, a veces incluso empleando, cosa rara en el sueco, el sentido del humor. Especialmente interesante es la reflexión (latente durante todo el metraje) sobre el cine. Son varias las ocasiones en que el vínculo entre lo narrado y el propio cinematógrafo es evidente, haciendo patente la reflexión sobre el cine como truco o ilusión. Para gozar del cinematógrafo (del arte en general) hay que entrar en ese juego del engaño y de la cuarta pared.
La realización, la iluminación y el blanco y negro (con mucho contraste y nitidez) potencian un cierto expresionismo, acrecentado por los afilados primeros planos (sobre todo de von Sydow) y un cierto preciosismo en la forma de corregir, mediante leves pero agudos movimientos, las posiciones de la cámara. Una película por ello a ratos recargada y gótica, tramposa en su parte final, pero que ensambla perfectamente fondo y forma.
En todo caso con Bergman, Tarkovski y tantos otros autores, es más relevante la conexión emocional que la pura comprensión. Siempre defenderé que estas películas no son aburridas sino personales y, por tanto, difíciles (estamos accediendo al interior de una sensibilidad ajena y, probablemente, superior a la nuestra). Hay que hacer propias primero esas obsesiones (y no siempre el plano racional es el más adecuado o el único para ello) para poder valorarlas. Pero esto pasa en cine, literatura, pintura (la eterna y aburridísima discusión e incomprensión sobre lo abstracto). Búscate en lo que te cuentan, entiende los postulados que te plantean, y luego juzga. En caso contrario, corremos el riesgo de reducir lo que vemos a nuestras propias limitaciones.
Por eso aquello del "nada es verdadero, nada es falso" que tanto le gustaba a Bergman puede que cobre plena significación aquí y nos sirva como principio rector con el que acercarnos a su cine (sobre todo cuanto más nos acerquemos a su obra capital, 'Persona'). "Nada es verdadero, nada es falso"; una ambigüedad que encaja perfectamente con el final de opereta de este film, que cierra "burlesque" el gran guiñol al que hemos asistido.
Los temas, por tanto, son variopintos. Los sucesivos encuentros de los personajes (todos aportan algo) sirven para que se vayan planteando cuestiones, a veces incluso empleando, cosa rara en el sueco, el sentido del humor. Especialmente interesante es la reflexión (latente durante todo el metraje) sobre el cine. Son varias las ocasiones en que el vínculo entre lo narrado y el propio cinematógrafo es evidente, haciendo patente la reflexión sobre el cine como truco o ilusión. Para gozar del cinematógrafo (del arte en general) hay que entrar en ese juego del engaño y de la cuarta pared.
La realización, la iluminación y el blanco y negro (con mucho contraste y nitidez) potencian un cierto expresionismo, acrecentado por los afilados primeros planos (sobre todo de von Sydow) y un cierto preciosismo en la forma de corregir, mediante leves pero agudos movimientos, las posiciones de la cámara. Una película por ello a ratos recargada y gótica, tramposa en su parte final, pero que ensambla perfectamente fondo y forma.
En todo caso con Bergman, Tarkovski y tantos otros autores, es más relevante la conexión emocional que la pura comprensión. Siempre defenderé que estas películas no son aburridas sino personales y, por tanto, difíciles (estamos accediendo al interior de una sensibilidad ajena y, probablemente, superior a la nuestra). Hay que hacer propias primero esas obsesiones (y no siempre el plano racional es el más adecuado o el único para ello) para poder valorarlas. Pero esto pasa en cine, literatura, pintura (la eterna y aburridísima discusión e incomprensión sobre lo abstracto). Búscate en lo que te cuentan, entiende los postulados que te plantean, y luego juzga. En caso contrario, corremos el riesgo de reducir lo que vemos a nuestras propias limitaciones.
Por eso aquello del "nada es verdadero, nada es falso" que tanto le gustaba a Bergman puede que cobre plena significación aquí y nos sirva como principio rector con el que acercarnos a su cine (sobre todo cuanto más nos acerquemos a su obra capital, 'Persona'). "Nada es verdadero, nada es falso"; una ambigüedad que encaja perfectamente con el final de opereta de este film, que cierra "burlesque" el gran guiñol al que hemos asistido.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
View all
Spoiler:
En esta cinta no sale bien parado el escepticismo, representado fundamentalmente por el médico, un tipo que toma la humillación como camino, incapaz de otra cosa que no sea ridiculizar y negar aquello que no sea tangible y comprobable empíricamente.
Al otro lado del ring encontramos el arte, la representación. Desde este punto de vista vemos un enaltecimiento de la ilusión y la fabulación −ya sea del teatro, de la magia... del cine− contra los reduccionismos de cualquier tipo. Pero podemos ir más allá, ampliar la mirada y subir la apuesta, y considerarlo también una auténtica visión y defensa del misticismo e, incluso, la religión como anestesia ante (como he dicho antes) la muerte. Sin embargo, por otro lado e incidiendo en la ambigüedad antes referida, los actores son farsantes, comediantes que juegan con la credulidad del resto. Porque el cine también es eso, una forma de (no diré engañar) manejar a sus fieles con argucias muy parecidas a la aparente solemnidad de esta compañía.
Al otro lado del ring encontramos el arte, la representación. Desde este punto de vista vemos un enaltecimiento de la ilusión y la fabulación −ya sea del teatro, de la magia... del cine− contra los reduccionismos de cualquier tipo. Pero podemos ir más allá, ampliar la mirada y subir la apuesta, y considerarlo también una auténtica visión y defensa del misticismo e, incluso, la religión como anestesia ante (como he dicho antes) la muerte. Sin embargo, por otro lado e incidiendo en la ambigüedad antes referida, los actores son farsantes, comediantes que juegan con la credulidad del resto. Porque el cine también es eso, una forma de (no diré engañar) manejar a sus fieles con argucias muy parecidas a la aparente solemnidad de esta compañía.