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Bloomsday rating:
6
6.6
388
Language of the review:
- es
September 21, 2009
20 of 23 users found this review helpful
Dos elementos fundamentales en esta propuesta de Tanner:
-> La Suiza de tendencias conservadoras de los primeros 70 (libro rojo de defensa civil, tío carca, sobrina rebelde, consumismo…), y la pujanza de una juventud al margen de esa sociedad. Desde ese punto de vista, los personajes ofrecen el tinte típico del arte y ensayo, con excesiva tendencia instructiva matizada por una exposición que pretende obtener resultado artístico de una naturalidad dirigida y, al mismo tiempo, descuidada.
-> La confrontación de dos modelos de acercamiento a la realidad, el propio Tanner explicaba así su película: el enfoque periodístico como forma de reconstrucción pretendidamente objetiva; y el enfoque ficción que inventa.
Estilísticamente, la película tiene insistentes formas de cinéma vérité de chicas contestonas (y algo raras) que representarán probablemente la realidad de la época, una realidad que avanza rápido y se enfrenta a fábricas y burguesitos zapateros. Es frecuente la cámara en plano largo y sonido directo siguiendo un rostro a través de las calles y los coches, con el leve balanceo de los pasos. Así, no estamos ante lo que en la sinopsis puede parecer una reconstrucción periodística de una crónica de sucesos (que nadie se espere tampoco un thriller Melville pero a la suiza), sino ante una muestra del independiente 70´s sin más finalidad aparente que rellenar de conversaciones intrascendentes el aguante del cinéfilo. Y quizás encontremos ahí la etiología de su efecto de producto teórico de cine en minúsculas. Un cine de postulados teóricos y no artísticos. Una forma de disertación sobre el documentalista y el cineasta. La película, en ese sentido, plantea un tratamiento material del problema, el documentalismo vs. ficción desde una perspectiva meramente conflictual; el problema en la lente de un microscopio, no en la cámara, para ofrecer una justificación y argumentación de manera enredada torpedeando un tanto la comprensión del espectador, cuestión que a Tanner le parecía imprescindible para un producto de cierto calado.
Quizás el cinéfilo no termina de asumir del todo la controversia en imágenes, surgiéndole en consecuencia dudas al percibir la peli como sucesión de objetos conceptuales de tratamiento “crítico-práctico” típico de las izquierdas revoltosas en lo creativo, panfletarias pero poco dotadas para el lírico. Un cine con el que reflexionar como en un libro de texto. Puede ser que por ahí la dicotomía planteada quede sobre el papel, sin repercusión en la puesta en escena.
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-> La Suiza de tendencias conservadoras de los primeros 70 (libro rojo de defensa civil, tío carca, sobrina rebelde, consumismo…), y la pujanza de una juventud al margen de esa sociedad. Desde ese punto de vista, los personajes ofrecen el tinte típico del arte y ensayo, con excesiva tendencia instructiva matizada por una exposición que pretende obtener resultado artístico de una naturalidad dirigida y, al mismo tiempo, descuidada.
-> La confrontación de dos modelos de acercamiento a la realidad, el propio Tanner explicaba así su película: el enfoque periodístico como forma de reconstrucción pretendidamente objetiva; y el enfoque ficción que inventa.
Estilísticamente, la película tiene insistentes formas de cinéma vérité de chicas contestonas (y algo raras) que representarán probablemente la realidad de la época, una realidad que avanza rápido y se enfrenta a fábricas y burguesitos zapateros. Es frecuente la cámara en plano largo y sonido directo siguiendo un rostro a través de las calles y los coches, con el leve balanceo de los pasos. Así, no estamos ante lo que en la sinopsis puede parecer una reconstrucción periodística de una crónica de sucesos (que nadie se espere tampoco un thriller Melville pero a la suiza), sino ante una muestra del independiente 70´s sin más finalidad aparente que rellenar de conversaciones intrascendentes el aguante del cinéfilo. Y quizás encontremos ahí la etiología de su efecto de producto teórico de cine en minúsculas. Un cine de postulados teóricos y no artísticos. Una forma de disertación sobre el documentalista y el cineasta. La película, en ese sentido, plantea un tratamiento material del problema, el documentalismo vs. ficción desde una perspectiva meramente conflictual; el problema en la lente de un microscopio, no en la cámara, para ofrecer una justificación y argumentación de manera enredada torpedeando un tanto la comprensión del espectador, cuestión que a Tanner le parecía imprescindible para un producto de cierto calado.
Quizás el cinéfilo no termina de asumir del todo la controversia en imágenes, surgiéndole en consecuencia dudas al percibir la peli como sucesión de objetos conceptuales de tratamiento “crítico-práctico” típico de las izquierdas revoltosas en lo creativo, panfletarias pero poco dotadas para el lírico. Un cine con el que reflexionar como en un libro de texto. Puede ser que por ahí la dicotomía planteada quede sobre el papel, sin repercusión en la puesta en escena.
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Ante esas objeciones habría que resaltar, para defender al director, el tratamiento que intentó Tanner, él mismo lo confiesa, de separación brechtiana que rompiera la continuidad de la narrativa, mediante personajes con los que el espectador no se identifica o la introducción de un humor que fragmenta el relato y sus bases dramáticas. Cine que no oculta su condición de artificio, sino que lo potencia. Por ahí lo mejor es la idea de esa narradora que nos acerca a la historia como si de una fábula distanciada se tratara. O esas escenas que funcionan muchas veces como insertos no homogéneos en el bloque del metraje.
Quizás asumiendo esto el cinéfilo pueda disfrutar la película, aunque sea con uniforme de científico. De esta manera la peli ofrece motivos para el regocijo, bisturí en mano, nadando a favor de la interpretación, buscando en el análisis el sustituto ideal de la fascinación o sugestión.
Es así como la cinta se vuelve interesante. Y es un punto de vista que me parece defendible. Aunque sea una propuesta de estilo, por qué negarlo, tan adscrito al ´68 en lo reivindicativo y a las vanguardias del momento en lo estético, que se ofrece al espectador actual con el envejecimiento prematuro de lo no universal, subsumida bajo un desequilibrio entre su discutible mérito artístico y las pretensiones intelectuales y sociológicas de cuestionamiento, no superación, de una realidad muy concreta.
Ante esas objeciones habría que resaltar, para defender al director, el tratamiento que intentó Tanner, él mismo lo confiesa, de separación brechtiana que rompiera la continuidad de la narrativa, mediante personajes con los que el espectador no se identifica o la introducción de un humor que fragmenta el relato y sus bases dramáticas. Cine que no oculta su condición de artificio, sino que lo potencia. Por ahí lo mejor es la idea de esa narradora que nos acerca a la historia como si de una fábula distanciada se tratara. O esas escenas que funcionan muchas veces como insertos no homogéneos en el bloque del metraje.
Quizás asumiendo esto el cinéfilo pueda disfrutar la película, aunque sea con uniforme de científico. De esta manera la peli ofrece motivos para el regocijo, bisturí en mano, nadando a favor de la interpretación, buscando en el análisis el sustituto ideal de la fascinación o sugestión.
Es así como la cinta se vuelve interesante. Y es un punto de vista que me parece defendible. Aunque sea una propuesta de estilo, por qué negarlo, tan adscrito al ´68 en lo reivindicativo y a las vanguardias del momento en lo estético, que se ofrece al espectador actual con el envejecimiento prematuro de lo no universal, subsumida bajo un desequilibrio entre su discutible mérito artístico y las pretensiones intelectuales y sociológicas de cuestionamiento, no superación, de una realidad muy concreta.