The last Emperor es sin duda una buena película (tal vez demasiado), no obstante las razones de su rápido y deslucido envejecimiento que la excluyen del brillante grupo de obras maestras y de la remembranza colectiva; prefiero dejárselas a los estudiosos de estos asuntos. Por otro lado el retrato que construye Bertolucci apenas apropiado; parece bastante cercano a la realidad de su protagonista (de quien pienso: nunca se redime) y se antoja algo interesante mostrando en forma precisa los factores que lo convirtieron en la antítesis absoluta de cualquiera de los Emperadores que le precedieron, Victoria del comunismo o no Pu Yi es rebajado de absurda semi-Deidad a anónimo fulano, pero es aparentemente en ese bajo estrato donde su vida vislumbra algo de significado.

También me agrado el juguetón uso de ciertos simbolitos en la narración, la Bicicleta, el saltamontes y el pobre ratón; de alguna forma enriquecen el relato y permiten entrever aspectos clave en el desarrollo del personaje.

No sé, en pocas palabras me agradaron muchos aspectos de este film; aunque la experiencia completa no haya sido del todo satisfactoria y aunque suene a cliché; lo mismo aplicaría para la película: bien montadas escenas, adecuadas actuaciones y fuertes ideas que van desde la construcción de la personalidad hasta la justificación de los cambios sociales (o eso creo!) sin embargo, la fotografía no es lo espectacular que se desearía y más o menos tras la mitad de la proyección incrementa peligrosamente la sensación de aburrimiento como también la adjetivación en este escrito, mmmhh…. otro indicador de que algo importante falló en de The Last Emperor.