El sustento dramático de la película se apoya en la figura de María Onetto (Vero), cuyo insípido y rutinario contexto la hace padecer un tormento psíquico y moral que se agudiza tras la sensación de haber atropellado a alguien en una ruta. La habilidad de la directora radica en encubrir esta realidad, simulando fuertes lazos afectivos familiares que operan como un excusa de la protagonista para mitigar su profunda inestabilidad emocional y vacuidad existencial, lo que refuerza el discurso moral de la directora. Sin embargo, a ratos y sobretodo en el desarrollo, el guión se debilita y pierde su espesor lo que hace enlentecer el ritmo y afectar el producto final.
Otro acierto de la directora estriba en no entrega ninguna pista sobre el pasado de la protagonista, haciendo descansar todo en la capacidad expresiva de ella.
La última escena es sencillamente soberbia. (Ver spoiler)

Primera película que veo de esta directora argentina, pero de todos modos me ha gustado.