Los rostros llenan la pantalla tanto como las emociones llenan la atmósfera. Las actuaciones son tan humanas que uno no siempre sabe lo que las actrices están pensando o sintiendo, y sin embargo uno sabe que algo están pensando y algo están sintiendo, siempre. No hay un momento en que no haya una emoción flotando, una intención o un pensamiento rondando. Y esto se transmite gracias a la gran dirección de cámaras que hace que uno no mire otra cosa que no sea las expresiones y matices. Esto ayuda a hacer entretenida la película aun durante los extensísimos diálogos en que el arte siempre está presente, pero también algún sentimiento, que dentro de esa misma escena se gesta, desarrolla y culmina. El director no tiene prisa, se toma su tiempo para que se cocine lo que se tenga que cocinar, con toda la naturalidad posible, dando una gran credibilidad a la historia. La percepción de toda la cinta es bastante femenina, tanto que incluso el elenco masculino resulta un poco insulso, pareciera que de forma intencional. Las escenas de sexo, numerosas, y súmamente explícitas, podrían parecer sobre extendidas, pero todas tienen su trasfondo emotivo. Hay grandes momentos dramáticos, todos con brillantes actuaciones. En fin, no hay desperdicio a pesar de su duración, extremadamente recomendable.