Si bien los aspectos técnicos dejan bastante que desear, ya que la gran mayoria del metraje está filmado con cámara casera -muchas veces oculta-, tampoco es que eso tenga demasiada importancia ya que se trata de un documental y no de una pelicula al uso, donde casi todo suele ser imaginario, y tan sólo se debe valorar si la función para la que fue realizado la cumple. Y, en este caso, vaya que si la cumple.

Si uno es capaz de aguantar hasta el final el interminable desfile de atrocidades, de torturas monstruosas e indignas que aquí se retratan con todo lujo de detalles, la sensación de culpa y de complicidad acaban incluso por doler. Es más, hasta cierto remordimiento de conciencia te persigue durante algún que otro dia, aunque eso también depende de lo amojamados que tenga cada cual los sentimientos. Pero una persona al uso, que de verdad merezca el sustantivo, será incapaz de quedarse ajeno a tantísimo sufrimiento.

Por ser tan gráfico como cruel y tan fidedigno como horripilante, este documental deberia ser de visión obligada para los escolares. Que más vale que pasen un par de noches sin dormir, a que acaben siendo como cualquiera de los malnacidos que aqui se nos muestran. Y más en un pais como este, en el que en sus fiestas populares se arrojan cabras, asnos, y lo que se tercie desde lo alto de un campanario, o se hace correr a una vaquilla con la cabeza envuelta en llamas, y en el que políticos de peso aplauden públicamente a un analfabeto ridiculamente vestido, por demostrar una cuestionable hombría torturando a un animal en eso que denominan “la fiesta nacional”.

Absolutamente recomendable.