LA VIDA DE LOS OTROS, no está dotada de alma. Creada a partir de un guión metódico, se ofrece como una sucesión de imágenes tan gélidas como el espíritu alemán, de trabajadores eficientes y resolutivos pero con una distante frialdad anímica.

Debo reconocer que curiosamente su director Florian Henckel von Donnersmarck, ha logrado dotar a su producto de algo que fue capaz de conectar con los más entregados cinéfilos que encontraron en ella, algo que desafortunadamente yo no he conseguido.

He realizado esta crítica la segunda vez que la vi, pues la primera, había olvidado incluso del título.