Pues sí, tenemos entre manos un western raruno mexicano que combina la estética clásica de los westerns ciencuenteros de serie B estadounidense, la de los seriales de "El llanero solitario" - por eso del enmascarado benefactor- y elementos del spaguetti-western, como es el empleo de personajes extraños a este género - los leprosos, el propio Santo - y la banda sonora, a imitación-mala- de Morricone.

Santo, el urbanita de mediados del siglo XX de pronto aparece en una comunidad típica del Far West de principios de siglo: van a caballo, usan quinqués para iluminarse, tienen un sheriff, no hay ni una señal de avance tecnológico, ni carreteras, radios o teléfonos ¿Ha viajado Santo en el tiempo? Aquí Santo, como justiciero enmascarado, ayuda, a su manera, a un pueblo que es asaltado por unos villanos que emplean a leprosos como tapadera. Santo pergeña unos planes de captura muy sui géneris, en especial el segundo, donde los villanos matarán a cuatro vecino y Santo ni aparece. Realmente este filme es un western de buenos y malos, con escondites secretos, bandas y chicas desvalidas. Todo es previsible y conocido. La gracia es ver a Santo y como se introducen sus combates en el filme.