Segundo de los filmes de una trilogía sobrevenida y fallida, apadrinada por Wes Craven y regurgitada por Patrick Lussier. Trilogía muy noventera, con estética de videoclip, plagado de gente guapa con poco seso pero mucho sex-appeal.

Este segundo y el tercer filme, directos a video, se rodaron en Rumanía, aunque en éste nos la hacen pasar por Luisiana y, francamente, no cuela. El palacete familiar abandonado de uno de los protagonistas no pega como arquitectura sureña, sino más bien como lo que es, de Europa central.

La continuación con respecto al primer filme está realmente forzada. Añaden elementos comiqueros, como esa especie de cazavampiros a lo Blade, de origen asiático y vestido de cura, con su alzacuellos pero con sus gadgets letales. El filme transita entre la estupidez de los protagonistas, en una especie de reedición del filme "Línea mortal", experimentando con un vampiro, la codicia y la memez. Producto mediocre. Antecedente de la plaga de filmes-basura como vinieron luego, con la espantosa saga de "Crepúsculo" y el resto de series de TV e imitaciones aún más burdas.

Olvidable. Como toda la trilogía.