Como amante del género de aventuras reconozco que una película que comienza con un grupo de malvados aniquilando a todo bicho viviente en una aldea, no suena novedoso. Menos aún cuando un pobre niño ve cómo matan a su padre y a su madre, y termina como esclavo en una mina. El malvado, qué sorpresa, lleva un tatuaje en la mano. Todos imaginamos que la venganza se está fraguando y que el pequeño se convertirá en menos de diez minutos de metraje en un cachas sin corazón. Hasta aquí todo suena a "deja vu" y bastante indefendible. Sin embargo a medida que la película avanza los personajes van adquiriendo una vida poco habitual en este tipo de historias, contando más con lo que callan que con lo que podrían decir. Con pequeños flashbacks la película va encajando piezas y acercando a nuestro héroe más y más a la figura de anti-héroe, impidiendo que su perfil sea tan plano como los de Arnold o Sylvester, por poner un ejemplo. No es una obra maestra pero sí entretiene y agrada, su factura está muy cuidada y los efectos especiales son casi impecables, los justos pero bien hechos.
Una epopeya fantásticamente elaborada.